Mostrando entradas con la etiqueta Vida opositoril. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Vida opositoril. Mostrar todas las entradas
sábado, 25 de junio de 2011

Cambio de rumbo

¡Hola a todos!

No he vuelto a escribir desde antes del test. Y no sabéis lo muchísimo que siento el jarro de agua fría que ha supuesto el test para tantos de vosotros. Me parece muy injusto. De verdad: no entiendo cómo puede ser que exijan en el test cuestiones tan específicas de temas como la Ley de Crédito al Consumo, (a la cual dedica el programa un epígrafe miserable) o de Jurisprudencia... Desde luego, cuando dije en la última entrada que cada año se superan con el test, no me imaginaba que fuera a resultar tan catastrófico.

Sin embargo, ya son muchas las personas que conozco y de las que me han hablado que, habiendo aprobado este examen en diversas ocasiones durante los años anteriores, han suspendido el test este año. Y suspender un examen que ya aprobaste anteriormente es durísimo. A mí me ocurrió, después de haber ido el año anterior al primer oral, suspender el test el año siguiente. Fue el primer bache importante de la oposición. Y es que, de pronto, te encuentras con que no vas al siguiente examen al que tenías la seguridad de que irías. Te encuentras con que tienes que esperar UN AÑO ENTERO para volver poder enfrentarte a ello, para volver a tener un reto, para ver algo en el horizonte y no sentirte en medio de la nada.

Pero, también desde mi experiencia, os aconsejo que, los que penséis seguir adelante, os toméis estos meses como una oportunidad para reforzar el programa. Para machacar el primer oral si es lo que necesitáis pero, sobre todo, para dedicarle más tiempo a los procesales. Y es que, si me he dado cuenta de algo durante estos años es que, aunque es una suerte saber que cada año tenemos convocatoria, a veces el ritmo resulta muy agobiante. Cada vez que termina una convocatoria, ya está encima la siguiente. Y eso es bueno para muchas cosas, porque da seguridad que todos los años convoquen. Pero también supone que nunca tienes tiempo para machacar bien determinadas materias. Y, de verdad, no os digo esto sólo para consolar o dar ánimos, sino porque lo creo de verdad. Tomadlo como una oportunidad para aprovechar bien estos meses y para estudiar los temas mucho mejor de lo que lo habríais podido hacer si hubierais tenido que ir al Supremo este año. Y en la próxima las cosas irán mucho mejor. Si queréis llegar a buen puerto, no dejéis que esto os hunda: mantened el rumbo y seguid remando. Aunque las cosas no hayan salido como esperabais (especialmente los que llevais pocos años en esto) tenéis que pasar página cuanto antes. Mantened el rumbo, porque sabéis que, aunque no avistéis tierra durante días, semanas o meses, vais en la dirección adecuada. Es una especie de acto de fe :) Cuando a mí me ocurrió en aquel momento no fui capaz de hacerlo, pero luego me di cuenta del error. No era fácil... pero habría sido mucho mejor ser capaz de tomármelo con más calma, no dándole tanta trascendencia a un suspenso que en aquel momento no la tenía.

Pero bueno...voy a dejar aparte ahora el tema del test, porque tengo que contaros una cosa desde hace tiempo. No os he contado nada antes porque, cuando ocurrió, no me parecía el momento oportuno. Y después ha ido pasando el tiempo y, aunque tenía esta entrada escrita casi por completo, me costaba mucho publicarla.

El hecho es que el día 15 de mayo cerré los códigos, guardé los temas y no los he vuelto a abrir. No sigo con la oposición.

La decisión está tomada desde entonces. No tuvo nada que ver con el examen que iba a ser dos semanas después ni fue una decisión tomada en un momento de arrebato. Ha sido un proceso muy largo y la decisión que más me ha costado tomar en mi vida.


Después de mi paso por el Supremo el pasado mes de enero, como os conté (y era totalmente sincera), no me sentí hundida. Me sentí cabreada, impotente y con mucha rabia. Pero en ningún momento tenía ganas de tirar la toalla. Ni se me pasó por la cabeza, vamos. De hecho, recuerdo a mí misma diciéndoselo a otra persona totalmente convencida: "¿cómo voy a dejarlo, si la mayor parte del trabajo la tengo ya hecha? Si sigo adelante, al final saldrá." Y no me cabe duda de que, si hubiera tenido las fuerzas suficientes para seguir adelante, podrían haber ido bien las cosas. De que, como he oído reitaradamente en la última temporada "tengo capacidad para sacarlo"

Como ya os conté, después de aquel examen y de varias semanas de descanso que dediqué a los preparativos de mi boda, me puse a estudiar. Tenía ganas, de verdad. Evidentemente, daba pereza. Pero estaba motivada y me sentía con mucha ilusión por recuperar el ritmo porque pese a que las cosas no habían ido bien la última vez, al mismo tiempo, me había dado cuenta de que era posible lograrlo. Pero, como ya os comenté, al volver a empezar me estrellé contra los temas. Y fue así una y mil veces, cada día durante los meses siguientes. Luego ya llegó la fase en la que levantarme de la cama por la mañana era imposible y, las veces que conseguía madrugar, sólo de pensar en ponerme delante de los libros me entraba una ansiedad impresionante. En general, no tenía ganas de nada. Ni de estudiar, ni de salir... incluso pensar en la boda me agobiaba en vez de ilusionarme.
Durante estos meses he intentado de todo: desde ponerme planes de lo más exigentes hasta proponerme estudiar sólo un par de horas al día, con tal de que esas horas me cundieran. Estudiar sola, estudiar acompañada, ponerme metas cortas, "premiarme" los pequeños éxitos. Pero las cosas no cambiaron: era incapaz de concentrarme, de estudiar. 

De cara al test, sin embargo, conseguí que me cundiera un poco (muy poco) más. No es que estuviese súper animada, pero estaba menos chafada.  El test no era un examen que me preocupase. Lo había aprobado ya tres veces anteriormente y creía firmemente que, si me cundían las últimas tres o cuatro semanas repasando a tope, las cosas podían ir bien. Pero es que ni de eso fui capaz. Avanzaba a paso de tortuga incluso en ese momento en que debía ser capaz de correr como un gamo. Y más, estando a pocas semanas del examen. ¡Con lo mucho que me cunde a mí siempre cuando estudio bajo presión...! Pero esta vez ni con presión. Porque la ilusión se había esfumado hasta tal punto que ni siquiera era capaz de reaccionar ante un examen.

No era capaz de estudiar y me di cuenta de que tampoco iba a serlo aunque aprobase el test. Porque, precisamente, el test no era mi preocupación. De hecho, un día se lo dije a mi preparador: en el fondo, prefería no aprobar el test y no volver otra vez al infierno de prepararme para el segundo examen.

Sabía que, estando así, igual que no era capaz de centrarme en el examen que tenía en pocas semanas, menos aún iba a ser capaz de estudiar para un examen que no sería hasta enero. Y no estaba dispuesta a seguir así, porque durante todos los meses anteriores cada día había sido una auténtica tortura. Y no quería, no estaba dispuesta a seguir así. Y, no estando dispuesta a continuar, no tenía sentido seguir estudiando ni un día más.
Cuando me di cuenta de eso, de que lo que yo quería era dejarlo, de que no estaba dispuesta a seguir, me sentí tranquila, cerré el Código (creo recordar que estaba repasando el tema de la ocupación) y pensé que ya no tenía sentido seguir estudiando. Fue dificilísimo llegar ahí pero, al mismo tiempo, era una cosa tan sencilla que parece mentira que costase tanto de ver.

Decidí ir al examen, eso sí. No ir era como "rajarme" o dejar algo a medio hacer. Sé que puede parecer incoherente, que el sentimiento es irracional. Pero el caso es que esa sensación, unida al hecho de que, si no iba a Barcelona, tenía que contar mi decisión a una amiga y no quería que se viera afectada  por ella dos semanas antes del test, me hizo ir al examen una vez más. 

No toqué un libro las semanas de antes, ni siquiera intenté estudiar (aunque hubo momentos en que me resultó difícil no hacerlo). Fui al examen y lo hice lo mejor que pude. Era raro porque me sentí a como si estuviese viendo las cosas "desde fuera", desde la perspectiva del que no se juega nada, en parte, como una espectadora. Aunque, al mismo tiempo, concentrada y tratando de hacerlo bien. Contesté lo más razonablemente que pude, aunque en cinco meses casi no había sacado ningún rendimiento, había materias que no leía siquiera desde enero y, desde luego, de la reforma de Penal no tenía ni idea. Con lo cual... podía salir bien, pero sabía que lo normal era suspender. Y, aunque una parte de mí deseaba aprobar, otra parte sabía que lo mejor para mí sería no hacerlo. Porque, si aprobaba, no iba a conseguir desconectar. Iba a seguir dándole vueltas a la cabeza y pensando si no debería volver a coger los temas e intentarlo de nuevo.
En cualquier caso, finalmente, he suspendido. He sacado un cuarenta y cuatro y pico. Pero ver la nota de corte, tengo que decirlo, no me dio ni frío ni calor. Porque, como me dijo mi amiga Luisa cuando le conté mi decisión, si en algún momento me plantease volver a intentarlo, tendría que ser con ilusión absolutamente renovada, segura de querer hacerlo. Y la mejor forma no hubiera sido retomar los temas simplemente por el hecho de haber aprobado el test.
Volver a intentarlo, no por tener la ilusión de hacerlo, sino simplemente por no dejar pasar la oportunidad, hubiera sido un error estando en mi situación. Además de que, casi seguro, hubiera supuesto un nuevo fracaso.
Y, sobre todo, porque mi decisión no ha sido tomarme un descanso para volver dentro de un tiempo, sino cambiar de rumbo. Puede que en un momento dado cambie de opinión, me ilusione, me sienta con fuerzas y ganas y decida volver a intentarlo. Pero será, como dice Luisa, empezando desde cero en cierto modo.

Me hubiera encantado que las cosas hubieran sido de otra manera. Sé que tengo capacidad para aprobar. Sé que hay mucha gente que aprueba que es mejor que yo. Pero también sé que mucha gente como yo, gente normal y corriente, con un nivel de inteligencia medio y que trabaja muy duro cada día (como yo lo he hecho), aprueba cada año la oposición. Pero esa capacidad de aprobar, que está ahí teóricamente, a veces termina mermándose a causa de los obstáculos con que nos vamos encontrando. La vamos quemando. Por las circunstancias personales de cada uno, por los errores cometidos, por la mala suerte... Por el mero paso del tiempo y el desgaste que supone para algunos. Y al final, el resultado termina dependiendo demasiado de la suerte. Al menos, así lo veo yo.

Podía haber sido de otra manera, claro que sí. Y duele pensarlo. Pero las cosas son como son. Y, aunque creo que (casi siempre) "el que resiste gana", sé que, en ese momento no tenía sentido seguir "resistiendo". Porque, estando en estas condiciones, "resistir" es sólo seguir haciéndome daño sin sentido. Es seguir ahí, sin dar un paso adelante ni tampoco hacia atrás. Sin ser capaz de estudiar ni tampoco de disfrutar del día a día haciendo otras cosas. Así que, aunque me encantaría seguir adelante y no tener que hacerlo, me veo obligada a cambiar de dirección. Creo, de verdad, que es lo que tenía que hacer ahora mismo. Y ha sido muy duro llegar a esa conclusión. Pero me siento muy tranquila y cada día más contenta.

Sé que he cometido muchos errores a lo largo de la oposición que, unidos a todos esos factores que os decía antes, han sido determinantes de la forma en que han discurrido los acontecimientos. Me encantaría poder transmitiros a todos lo que he aprendido: todo aquello que no hay que hacer, que no hay que pensar ni que plantearse durante la oposición... Aunque creo que cada uno tiene que descubrirlo por sí mismo. No sirve de nada que otro nos lo cuente. Pero, si puedo ayudaros en algo a todos los que estéis en este barco, sólo tenéis que pedirlo. A veces, además de la experiencia del que triunfa, también es útil escuchar la experiencia del que fracasa :)

Aún no sé qué voy a hacer (profesionalmente hablando). He tomado la decisión de cambiar de rumbo pero no porque tenga claro qué dirección voy a tomar, sino porque sé que no quiero seguir por ahí. Lo que sí sé es que, por lo pronto, tengo que recuperarme, desconectar, desopositorizarme :) Pensar en los próximos meses y disfrutar de la boda y de los preparativos que faltan, a los que creía que no iba a poder dedicar nada de tiempo. Disfrutar del día a día, de mi novio, mi familia, mis amigos... De salir a que me dé el aire sin remordimientos. Hay vida más allá de la oposición, incluso para los que no la aprueban :) Y, en lugar de pensar en lo incierto del camino, en que no sé bien qué voy a hacer, quiero pensar más bien en que tengo un amplio abanico de posibilidades. Que sólo tengo que decidir hacia dónde seguir y emprender el camino con ánimo e ilusión. Y estoy en ello. No puedo decir que esté dando saltos de alegría, pero sí creo que he hecho lo correcto y no me he arrepentido por ahora en ningún momento. Y eso da cierta tranquilidad. 

Claro que hay incertidumbre. Pero, a fin de cuentas, antes de dejar la oposición tampoco tenía nada precisamente asegurado :) Y, al final, las cosas siempre se resuelven si caminas con ilusión y confianza... Así que, de un modo u otro, espero que todo irá bien.

Tampoco sé muy bien qué haré ahora con el blog. Puede que siga escribiendo lo que se me ocurra, aunque ya no oposite. De hecho, ahora soy más tertium genus que nunca :D O, mejor dicho, soy más que un tertium genus porque no es que me encuentre a medio camino entre dos cosas... ¡estoy a mitad camino entre no sé cuántas cosas!
De todas maneras, Supongo es que su destino natural es desaparecer de una forma o de otra, sea cerrándolo o bien dejándolo abierto pero en stand by. A fin de cuentas, es el fin de una etapa y es por eso, supongo, que me da pena cerrarlo. Pero no sé lo que haré. ¡No sabéis la cantidad de cosas que no sé cómo van a ser a partir de ahora! Así que ya se verá.

Quiero disculparme (sobre todo con algunos de vosotros, que me habéis escrito o llamado y no os he devuelto las llamadas ni los mensajes) por no habéroslo contado antes.
Antes del test, como ya os he dicho, no quería comentar nada aquí, ni tampoco hasta que terminase de examinarse del tercer ejercicio la gente a la que conozco. Porque sé que, igual que te anima y te sube la moral leer una entrada positiva o ver cómo aprueban algunos compañeros, te deja desanimado ver que otro abandona. Y no me parecía buen momento para dar la noticia. Igual que tampoco fui capaz de ponerme a escribir aquí mis pensamientos más negativos sobre la oposición durante el proceso de toma de decisión. Porque sé que esa perspectiva es la más negativa. La visión parcial de una opositora "quemada". Y, aunque esa visión es una parte de la realidad, sólo es una parte de ella. Y no me gustaba la idea de transmitir esas sensaciones ni a los que estabais a las puertas del test, ni a los que ibais a examinaros del tercero ni tampoco a los que acababais de suspenderlo. Espero que lo entendáis.

Por otra parte, es verdad que llevo "desaparecida" mucho tiempo para muchos de vosotros. No sólo del blog, sino en general. Y no sólo para los que opositáis, sino también para otras muchas personas. Pero es que no es fácil de contar. A todos los que he tenido la oportunidad de contárselo en vivo y en directo, lo he hecho. Pero coger el teléfono y llamar para contarlo sin que la otra persona haya estado viendo de cerca mi evolución durante este tiempo me ha resultado imposible incluso con personas muy cercanas. Y no es por falta de confianza. Si hubiésemos estado viéndonos, os lo hubiera contado antes, sin lugar a dudas. Incluso os habría transmitido mis sensaciones durante todo el tiempo anterior y la decisión no os hubiera sorprendido tanto. Pero es difícil contarlo así, a boca jarro, y telefónicamente.  Y es difícil contestar cuando, después de decirlo  te preguntan por qué lo dejas. Es duro escuchar ese "¿por qué?", que viene con una mezcla de sorpresa y decepción. Y llega un momento en que, aunque todos los que te lo dicen tienen buena intención y, precisamente, si preguntan por qué es porque confiaban en que ibas a conseguirlo y querían que lo consiguieras, cuesta mucho responder a esa pregunta una y otra vez. Y más telefónicamente. Espero que me perdonéis. Y siento, de verdad, decepcionaros o desanimaros de algún modo.
Yo estoy bien (y, si Dios quiere, aún estaré mejor). Todos los que me ven día a día me lo dicen: me ha cambiado la expresión de la cara. Y aún me queda, porque tengo todavía bastante mala leche acumulada, sigo irascible según los ratos... Pero estoy contenta y sé que la evolución va a seguir siendo positiva. Entre otras cosas, porque el futuro inmediato me ilusiona.

Antes de terminar con esta entrada, no quiero dejar de dar las GRACIAS a los que me habéis ido leyendo, a los que habéis compartido cosas en este blog, a los que me habéis dado ánimos aun no conociéndonos personalmente. Ya lo dije en otra ocasión: no sabía lo mucho que iba a aportarme este rinconcillo virtual :) 
Y, por supuesto, GRACIAS también a todos los demás... a todos los que, sabiendo o no de la existencia del blog, habéis estado ahí de un modo u otro, preocupándoos por mí, estando pendientes de cada examen, de mi estado de ánimo y de cómo estaba yo.

GRACIAS a mi novio, a mi familia, a mis amigos... que han estado ahí y seguirán estándolo pase lo que pase. Y gracias a todas las personas que, aunque no las nombre individualmente, han sido importantes cada una a su manera a lo largo del camino.

¡¡¡MUCHAS GRACIAS A TODOS!!!

Y a los que seguís en esto, muchísima fuerza. Los que lleváis poco en esto, tratad de aprovechar al máximo vuestras fuerzas y los que lleváis más tiempo, sean los años que sean, seguid adelante mientras mantengáis la ilusión, porque el número de años no importa. Lo importante es mantener la ilusión y tener siempre claro que la oposición no es un fin, sino un medio. Se convierte en una parte muy importante de nuestra vida durante mucho tiempo, pero no es nuestra vida. Lo importante es ser felices. Ningún camino está libre de obstáculos y la oposición es un camino duro, pero no es el más duro. Lo que cuenta es ser capaz de ser felices con el camino que elijamos, sea cual sea nuestro rumbo. 


¡Mucha suerte a todos los que vais a volver a pasar por el Supremo este año! ¡Mucho, muchísimo ánimo! Y muchísima suerte a todos los que, de un modo u otro, vayais a empezar una nueva etapa, como jueces o fiscales o como sea.

No sabéis lo que me cuesta darle definitivamente al botón de "publicar esta entrada", pero allá va... 

¡Muchos besos a todos!





jueves, 24 de marzo de 2011

Nunca digas no puedo más...


 ¡Hola a todos!

¿Cómo estáis? Aunque parezca mentira, desde el examen y el comienzo de las vacaciones, es la tercera vez que me siento delante del ordenador para empezar una entrada. Espero que, por fin, ésta vea la luz. 

Esta temporada no ha sido fácil. Para no mentir, las vacaciones fueron estupendas. Desconecté, descansé, hice muchísimas cosas... Y, por supuesto, fui al cine todas las veces que pude. Sin embargo, la vuelta a la realidad fue como una bofetada. Mi sensación el día que volví a coger los temas fue la de "soy un fraude". Sentí que no podía con ello. Que, si no había aprobado, era porque no merecía conseguirlo. Mi sensación fue la de que, en realidad, no me sabía ni un tema del programa. Y, aunque en realidad sé que no es así, todavía no he conseguido quitarme esa losa de encima. Y esa sensación ha desembocado en una apatía que no es normal en mí. Siento que no puedo con ello.

Mi preparador, mi padre y todos los que me conocen dicen lo contrario. Dicen lo mismo que creía yo hace dos meses: que puedo con ello, que la mayor parte del esfuerzo está hecha y que hay que seguir adelante como sea. Pero esto es un camino largo. A veces, con baches que se hacen eternos y, por mucho que razonemos y por mucho que nos digan, no es tan fácil seguir adelante.

Sin embargo. Tengo que ponerle punto final a esta mala racha. Mi novio, últimamente, no deja de preguntarme en qué me puede ayudar. Pero soy yo quien tiene que hacerlo. Los demás pueden ayudar estando ahí, pero es uno mismo el que tiene que hacerlo, que reunir fuerzas suficientes para salir de la cama cada día y coger el todo por los cuernos. Y yo, hasta ahora, estoy viendo pasar los días por delante de mí sin conseguir avanzar en nada. Agobiada, malhumorada y tristona. Y lo peor es ¡que no tengo motivos!

Muchos lo sabéis y a los que no, os informo ahora: este verano me caso :)) 
Cuando pusimos la fecha de la boda, hace ya un año, sabíamos que, llegado el momento, podía ocurrir que hubiese aprobado la oposición o, podía ser, como ha ocurrido, que siguiera en la misma situación. Sin embargo, necesitaba dar ese paso, saber que la vida sigue, y que iba a seguir igual aunque no hubiese conseguido aprobar. El tener tomada esa decisión ha sido muy importante para mí. Me ha ilusionado muchísimo y ha resultado muy alentadora en muchos momentos. Porque, pese al fracaso en la última convocatoria, veo que hay cosas estupendas en mi vida. En definitiva, aunque sea repetitivo: que la vida sigue y no se limita, ni mucho menos, a la oposición.

Lo que no me esperaba es que, llegado el verdadero bajón, el bajón  de la vuelta al estudio, ni siquiera la perspectiva de la boda consigue animarme. La vida sigue, es verdad. Y con cosas muy buenas. Pero no consigo evitar que me vengan pensamientos negativos a la cabeza constantemente. Pienso que no lo voy a conseguir y que, encima, me voy a encontrar con treinta y tantos, sin haber ejercido en mi vida y sin saber hacer la "o" con un canuto. Y todo por lo de siempre: la falta de fe. Sobre todo, la falta de fe en mí misma, claro. El autosabotaje puede ser una fuerza muy poderosa, pero hemos de saber reconducirla para jugar a nuestro favor y no en nuestra contra. No puedo seguir tirando piedras sobre mi propio tejado.

Hay que volver a atreverse, lanzarse y confiar, aun sin saber cuál va a ser el resultado final. Porque existe la posibilidad de que me estrelle, es verdad, pero también puede ser que consiga aterrizar sobre mis propios pies. Y si no me lanzo, es seguro que no lo conseguiré. Hay que echarle un par de ovarios a este tema. Aunque cueste. Estoy cansada psicológicamente. Muy, muy cansada. 

Pero esto no puede seguir así. Ha llegado el momento de dar un puñetazo en la mesa, levantarse y decir "¡Ya está bien!" Ya está bien de lamentos, de dudas, de regodearme en la incertidumbre. Esto últimos días me he acordado varias veces de las palabras de Goytisolo: "Te sentirás acorralada, te sentirás perdida o sola..." pero "nunca te entregues ni te apartes junto al camino, nunca digas no puedo más y aquí me quedo." 

A veces son muy fuertes las ganas de tirar la toalla... Y aumentan a cada año que pasa. Pero tengo que volver a intentarlo. Intentarlo de verdad. No puedo dejar que los días vayan pasando de largo uno tras otro, escapándoseme de las manos, vacíos, cuando podría estar sacándoles mucho partido.

Y, como he tomado esta decisión, la decisión de "coger el toro por los cuernos", tenía que plasmarla aquí. Porque, aunque pueda parecer que tenía el blog olvidado, no es así. El silencio de este tiempo se corresponde al cien por cien con mi estado de ánimo. Pero "ya está bien" también de tanta sequía bloggera.

Justo el día que escribí la última entrada hacía un año que había inaugurado este blog. Y, durante este año, el blog ha sido para mí algo muy bueno. Recuerdo que Jaspe me lo dijo en su día: que el abrir el blog me iba a reportar muchísimas cosas muy buenas. Y ha sido así. Me habéis aportado muchísimo con vuestros comentarios, con vuestras experiencias, con vuestros ánimos... Y me ha servido también en gran medida para aclarar las ideas. Para plasmar pensamientos que, a veces, es muy bueno sacar fuera. Me ha servido, incluso, para comprometerme más firmemente a cumplir objetivos. Y por eso hoy vuelvo a escribir aquí: porque, aunque mañana o pasado no me cundan como debería, estoy decidida a emprender un nuevo comienzo. A coger el toro por los cuernos y a salir del bache como sea. Si después de eso no salen bien las cosas, entonces ya veremos. Pero pueden salir bien y tengo que apostar por ello.

Gracias a todos los que habéis estado ahí conmigo todo este tiempo. Antes y después del examen. En persona, por teléfono o a través de internet. Y gracias a todos los que lleváis leyéndome pacientemente durante este año, escribiendo y haciendo posible que este Cajón Desastre siga adelante :) Así que, aunque sea con retraso, ¡feliz cumple-blog a todos! 




miércoles, 20 de octubre de 2010

Muros

 Hace ya tiempo, durante un bache laaaargo en la oposición recuerdo que, hablando con mi novio, le pregunté si entendía de verdad cómo me sentía. 
Eso es algo que a él le molesta mucho: que ponga en duda si entiende o no cómo me siento. Que cuestione si es verdaderamente capaz de ponerse en mi lugar. Sinceramente, creo que al 100% es difícil ponerse en el lugar del otro, sobre todo, cuando no se ha pasado por derterminadas situaciones.  Hay gente que tiene un don increíble para eso, para empatizar e imaginarse cómo debe estar sintiéndose la otra persona. A otros nos cuesta más. En cualquier caso, los opositores tendemos (con razón, creo yo) a creer que nadie nos entiende como quien ha pasado por lo mismo que nosotros. Pero, sinceramente, creo que tampoco es sencilla la tarea del novio o novia del opositor, porque menudo marrón... Sobre todo para los que ejercen verdaderamente de opositor consorte, que están ahí aguantando contra viento y marea. Algún día podemos hablar sobre eso... Pero a lo que yo iba era a otra cosa.
El caso es que en aquella ocasión me sentí absolutamente comprendida por mi novio porque, al decirle yo aquello, describió perfectamente mi situación de los meses anteriores diciéndome algo así como que  él me veía cada día. Y que sabía que cada día, cuando me levantaba por las mañanas, me encontraba con un muro y trataba de saltarlo... siempre sin éxito. Y al día siguiente volvía a encontrarme de nuevo el muro, que esta vez era un poco más alto que el día anterior, y volvía a intentar saltarlo... pero el resultado siempre era el mismo. No lo dijo, pero sé que cada vez que me veía intentarlo sin éxito, a él le dolía también. No sé si como a mí o de otra manera, pero era consciente de lo que estaba pasando hasta el punto de saber expresarlo mejor que yo.
No estoy en la misma situación que entonces. No estoy en un bache así, ni mucho menos, pero en cierta medida sí me siento tal y como describió entonces mi novio: intentando saltar un muro cada día y fracasando estrepitosamente una y otra vez.

Después de hablar aquella vez con mi novio, recuerdo contarle a una amiga algo de la conversación con él. Ella, entonces, también estuvo acertada y me dijo algo así como que lo que tenía que hacer, puesto que estaba más que comprobado que no podía saltar el muro de una zancada, era ir poniendo peldaños para facilitar la tarea. Y, cada día, en lugar de tratar de saltar el muro de golpe, poner un escaloncito para, al final, poder pasar al otro lado con mayor facilidad. A fin de cuentas, lo importante es llegar al otro lado, no si lo logramos de un salto o si lo hacemos escalando, con una escalera o cavando un túnel por debajo. Cada uno tiene que encontrar su propia forma de superar los obstáculos. Y si la forma en que lo estábamos intentando no funciona, entonces buscar alternativas. No podemos machacarnos, dándonos golpes una y otra vez contra una pared. Pero tampoco sentarnos y decir "de aquí no paso."

Creo que hoy tengo que tratar de aplicarme de nuevo aquellas palabras. Porque, finalmente, en aquella ocasión el muro quedó atrás. Desde entonces, me he topado con nuevos muros y, unas veces mejor y otras peor, he conseguido seguir adelante.
Los muros son una constante en nuestra vida. En la de todos. Siempre hay obstáculos, dificultades que superar. Unas veces son muros que están ahí por casualidad, simplemente porque "nos ha tocado". Otras veces son inherentes al camino que hemos escogido y otras veces son muros imaginarios, invisibles para los demás, pero que construimos nosotros mismos y que, a menudo, son los más difíciles de sortear.


Perdonad si estoy divagando demasiado... El hecho es que, pensando en "muros", he recordado un libro en el que se habla de ellos reiteradamente (La última lección), lo he recuperado y aquí os dejo algunos fragmentos.
¡Un abrazo y mucho ánimo a todos!


"Los muros existen por alguna razón. Y no es para mantenernos fuera. Los muros existen para darnos la oportunidad de demostrar hasta qué punto queremos algo. Y para frenar a quienes no lo desean suficientemente." 


"La experiencia es lo que te queda cuando no consigues lo que querías. Ésta es una frase que conviene tener presente cuando nos topamos con un muro, con una decepción. También nos recuerda que el fracaso no sólo es aceptable sino, a menudo, esencial. La persona que sólo ha conocido el éxito puede ser menos consciente de las dificultades. La experiencia es lo que te queda cuando no consigues lo que querías. Y, a menudo, la experiencia es lo más valioso que puedes aportar."

"Los muros existen por algo. Y, una vez los superas –incluso cuando alguien tiene que lanzarte casi literalmente al otro lado- puedes ayudar a otros contándoles como lo has logrado."




domingo, 10 de octubre de 2010

Amaneceres de estudio

¡Hola a todos! ¿Cómo estáis?

Mi semana, sinceramente, desde el bajón del otro día, ha sido bastante poco productiva. Al menos, hasta el viernes. Tenía toda la razón Pucelano en su comentario-símil ciclista:
"pretender estudiar después de haber tenido una discusión o un disgusto con alguien, al mismo ritmo y con el mismo rendimiento que de ordinario equivale a intentar subir el "Mortirolo" con un desarrollo para el terreno llano. Inevitablemente te vas a "clavar" y te va a sobrevenir una pájara de campeonato. Y, aunque posteriormente pretendas retomar el ascenso ya con un desarrollo adecuado, no vas a poder. ¿Porqué? Porque te has desfondado intentando lo imposible. Por eso, es preferible que esos días, desde el principio, "cambies de desarrollo" y aproveches el día en la medida de lo posible. "

Gracias, Puce, de verdad me gustó tu comentario. No voy a decir que me resolvió la semana (porque estaba ya en plena pájara, como tú dices), pero diste completamente en el clavo. A la dichosa "pájara" se sumaron mil cosas más durante el resto de la semana. Cuando estamos descentrados por una cosa, al menos yo, parece que todo lo que ocurre a nuestro alrededor nos afecta y nos distrae más de lo que nos molestaría si estuviésemos concentrados al cien por cien.

Sin embargo, la semana ha tenido también un momento de subidón: mi compañera de preparador, con la que fui a cantar durante mucho tiempo y que lleva un año más que yo en la oposición, ha conseguido, por fin, aprobar el primer oral. Y, por supuesto, eso supone un empujón, una motivación para mí porque hemos ido casi a la par durante todos estos años (cada una con sus subidas y bajadas, como es normal). Pero el caso es que ella, tras muchos de oposición no había conseguido superar el escollo del primer oral. Y yo, tampoco.  Vamos... que parece que sí, que hay luz al final del túnel (o eso o bien, definitivamente, estoy a punto de quedarme como veterana de veteranas entre los opositores de mi prepa :))) Me alegré muchísimo cuando recibí su mensaje, porque durante estos años ha sido un ejemplo de constancia, pese a rachas duras, pese a tener bajones... Pero ella ha seguido ahí, al pie del cañón. Hemos sido compañeras durante mucho tiempo. Ha habido momentos en los que la he visto desanimada pero, aun así, nunca he tenido la sensación de que fuese a tirar la toalla. Ni siquiera parecía planteárselo (aunque a veces la procesión va por dentro). Y eso que no conseguir aprobar el oral después de tantos años... ¡yo creo que sólo el que ha pasado por ello sabe lo mucho que puede llegar a desmoralizar! Pero ella lo ha conseguido y el jueves, en casa del preparador, estábamos todos de enhorabuena. Casualmente, coincidimos allí varias opositoras (muchas más que de costumbre). Ella estaba radiante, feliz, empezando unas merecidísimas vacaciones y con la ilusión de aprobar también el último. Puede hacerlo, merece conseguirlo y, con un pelín de suerte lo conseguirá este año (no me leerás, pero desde aquí te mando ¡¡muchísimo ánimo!!)

Por supuesto, mi conversación con el preparador fue sobre lo mucho que esto tenía que animarme a mí: si mi compañera ha aprobado, tengo que darme cuenta de que yo también puedo. No sólo eso, sino que, según mi preparador, tengo que darme cuenta de que me lo merezco. Es una persona encantadora, mi preparador. A veces, no sé hasta qué punto no le ciega un poco el cariño que nos tiene (y más a los que llevamos tanto tiempo con él). ¡Pero ojalá tenga razón! Y ojalá para mi 31 cumpleaños podamos celebrar el aprobado de ambas. ¡Sería estupendo! 
Pero bueno... Para llegar a eso tengo que concentrarme en una cosa: el cante de mañana.Y después, el del jueves. Y después, en el del lunes siguiente...

Por lo pronto, hoy está siendo un buen día. He estado todo el día cantándole temas a mi novio y, en gran medida gracias a eso, me está cundiendo bastante (aun me queda un rato) y  y estoy animada para mañana. Necesito ir cumpliendo el plan previsto, trabajando y rindiendo cada día. Eso lo es todo.


Mientras tanto, no sé por cuánto tiempo, pero sigo estudiando en el apartamento de mis padres, al lado de la playa. No es que baje mucho (a la playa) pero de vez en cuando un paseo en un momento de descanso, viene fenomenal. Por lo pronto, todos los días, el hecho de bajar a la perra, resulta ya mucho más agradable que si lo hiciera por mi calle en Valencia. Y poder estudiar en la terraza, con el mar al lado, con el tiempo tan estupendo que hace, me hace sentir un poco más "libre" que en casa, entre las cuatro paredes de siempre. Sobre todo porque aquí, al menos, cuando miro por la ventana, veo mucho más allá... En Valencia sólo alcanzo a ver el edificio de enfrente (que no está lejos). Y aunque, a fin de cuentas, las horas de trabajo sean las mismas, la sensación es distinta. Ya veremos cuánto dura, porque esta semana parece que el tiempo va a cambiar y que vamos a tener lluvia todos los días, pero bueno... Por ahora ya he tenido mucha suerte con el tiempo del último mes. Incluso con el de hoy, que se suponía que iba a ser lluvioso pero ha sido un día precioso.
Por cierto, que tengo la cámara de fotos encima de la mesa de estudio y muchas mañanas, después de subir con la perra hago alguna foto a primera hora. Una mañana de esta semana, me bajé incluso la cámara al paseo (normalmente, a primera hora, no estoy de humor para eso y las fotos las hago desde casa). Y hoy, a la hora de comer, también hemos bajado con la cámara. Aquí os dejo unas imágenes (la mayoría de esta semana) y del paseo de hoy con las perras.


Ya os iré contando cosas. Espero que la próxima entrada sea para deciros lo muchííísimo que me han cundido estos días.

¡Un beso fuerte y ánimo a todos con la semana!


















domingo, 3 de octubre de 2010

Desenfoque

¡Hola a todos!

Hoy es uno de esos días en los que, si en vez de madrugar no me hubiese levantado de la cama, no habría pasado nada. No me hubiese cundido más el estudio y, probablemente, habría disfrutado bastante más de la mañana del domingo. En vez de quedarme en la cama -cosa que no he hecho-, también podría haberme bajado a la playa. Pero es que ni ganas.

El viernes me cundió poco porque tuve mil interrupciones tontas, lo cual no tendría importancia si la mañana del domingo hubiese estudiado a tope. Pero no ha sido así. Porque ayer, que era mi día libre, terminé bastante hecha polvo (de ánimo). No por el estudio, ni por la oposición, ni por nada de eso. Pero el caso es que hoy no he dado pie con bola en todo el día.

En general, para cualquiera, opositor o no opositor, hay situaciones que no podemos permitir que nos afecten hasta el punto de dejarnos K.O. Primero, hay que intentar relativizarlas. Después, tanto si son graves como si no lo son, hay que tratar de resolverlas. Y, si no podemos resolverlas, entonces hay que conseguir, por todos los medios, que nos afecten lo menos posible y que no nos quiten la paz interior (por decirlo de algún modo). 
Eso es importante para cualquiera. Pero el tema deja de ser importante para convertirse en vital si resulta que de esa "paz interior", de equilibrio mental, de la capacidad para concentrarte exclusivamente en tu trabajo y dejar a un lado todo lo demás, de tu rendimiento y tu concentración diarios depende que el esfuerzo de cada día (de mucho tiempo) dé o no dé finalmente su fruto.

Está claro que todo el mundo, en el día a día, necesita rendir en su trabajo y ser capaz de concentrarse para hacerlo lo mejor posible. Algunos, porque tienen un negocio propio y, si no están en lo que están, terminarán por perder su clientela. Otros, porque si no rinden todo lo posible, terminarán por encontrarse "de patitas en la calle". Y otros,  porque si no están concentrados al cien por cien en lo que están haciendo, sencillamente, no pueden hacerlo. Ése es nuestro caso. Pero, en mi opinión, es aún peor. Porque, por muy importante que sea su trabajo, el que tiene un mal día y rinde menos porque ha tenido una bronca en casa, porque tiene un familiar enfermo o porque él mismo está enfermo ese día, si tiene un sueldo fijo, cobrará lo mismo a fin de mes, cotizará igualmente a la seguridad social... Incluso, si me apuras, podrá cogerse la baja, si no se encuentra bien. Si es un trabajador ejemplar y no tiene un déspota como jefe, si éste le ve mala cara, a lo mejor incluso le da una palmadita en la espalda. Pero, ¿qué pensaríais si alguien os cuenta que en su trabajo no cobra el día que se encuentra mal, el día que le duele la cabeza, que está triste o el día que no puede quitarse un problema de la cabeza? Pues algo semejante es lo que nos ocurre a nosotros: para nosotros, un día tonto, es un día que cobramos la mitad y un día K.O. es un día de pérdidas. Ese día no cobramos y, a lo mejor, incluso, no sólo no nos pagan, sino que nos quitan lo que cobramos el día anterior. Porque un día K.O. ni siquiera es un día de descanso, de reponer fuerzas o de desconectar. Un día K.O. es un día de tiempo perdido; pero también es un día de desgaste, que es casi peor.

Y no nos lo podemos permitir. Y menos, cuando lo que deberíamos hacer es estar dándolo todo. Porque, si no lo hacemos, si nos permitimos tener muchos días malos o muchos días "en blanco", no sólo nos quedaremos sin cobrar ese día, sino que tenemos muchos números para, al final, quedarnos sin nada.

Pero, ¿cómo evitarlo? ¿Cómo hacer para que nos "resbalen" más las cosas? De verdad que, después de 24 años de experiencia como no opositora y 6 como opositora no he conseguido encontrar la fórmula.

¿Aislarnos de todo? ¿Pasar de todo? ¿Mantenernos al margen de todo? No es posible... Primero porque, como ya he dicho en más de una ocasión, es imposible vivir en una burbuja; porque, por mucho que opositemos, la vida sigue -por suerte, todo hay que decirlo-. 
Pero, además, porque al menos yo, necesito tener cerca a la gente que quiero, que en algunos casos es la gente con la que más broncas tengo (no con todos, claro, menos mal...), y la gente que más quebraderos de cabeza me provoca. Pero también es gente a la que necesito sentir cerca. Así que, aunque sólo sea egoístamente, no puedo desconectar sin más.
¿Cómo encontrar el equilibrio? De verdad, que si alguno sabe cuál es la fórmula, me gustaría conocerla. Creo que para la gente como yo, con mi forma de ser, no la hay. Por lo menos, no hay una fórmula infalible. Es  inevitable, de vez en cuando, que después de tener un disgusto, al día siguiente no seamos capaces de hacer la "o" con un canuto. Pero se admiten consejos y sugerencias para mejorar. 

La vida sigue, es verdad, y hay que decir que no a muchísimos planes estupendos que van surgiendo. Pero eso de verdad que me resulta más o menos fácil hacerlo sin quedarme mal, por muy apetecible que fuera el plan. Una vez he dicho que no, me quedo estudiando y no me quedo pensando "vaya hombre, ahora podría estar haciendo no sé qué plan estupendo..." Sinceramente, no. Decido que no voy o decido que tengo que irme a casa temprano y aunque, evidentemente, preferiría otra cosa, tengo asumido que lo que toca es estudiar y lo hago. A eso he conseguido acostumbrarme y forma parte de la rutina diaria. Sin más. Puedo, incluso, obligarme a mi misma a que no se me vaya la cabeza a pensar en planes o cosas que tengo delante  próximamente y que me hacen ilusión, pero que pueden ser causa de distracción. Intento no pensar en ello sdurante la jornada de estudio y, con más o menos fallos, pero más o menos lo consigo.
Pero tener una determinada preocupación, haber tenido una bronca o haberme llevado un disgusto y, al cabo de un rato (o al día siguiente), ponerme a estudiar como si no hubiera pasado nada, eso no lo consigo. Es de ser subnormal, ya lo sé, pero es lo que hay.

Mi examen será la semana del 10 al 16 de enero. Sólo son tres meses. Pero, durante esos tres meses, de verdad, necesito "pasar" de todo lo que no sea estudiar sin distracción durante seis días a la semana. Y el séptimo (que no es el domingo, sino el viernes o el sábado) limitarme a descansar, desconectar y disfrutar de todo lo que no puedo hacer durante los otros seis días. Pero dejar fuera de mi vida todo lo demás. Las distracciones "negativas" durante toda la semana y las "positivas", seis días a la semana. No sé si lo conseguiré, pero tengo que lograr lo más parecido a eso. Y, desde luego, no puedo permitirme perder otro día como hoy.

En fin... Por suerte, mañana seguro que se me ha pasado. Y, de hecho, a lo mejor esta tarde todavía consigo, si no rendir al cien por cien, sí no pasarme K.O. todas las horas que debería estar estudiando.Y si no me centro, descansaré y me iré a dar un paseo. Porque todo tiene un límite y ya me he lamentado bastante por hoy.

Perdonad el tono de la entrada de hoy. Prometo que la próxima será "de otro color".  No puedo permitirme lo contrario :)

¡Besos y mucho ánimo a todos! ¡A los que en breve visitaréis el Supremo y a los que todavía lo tenéis más lejos! ¡Dadle duro, que no tenemos tiempo que perder!



lunes, 13 de septiembre de 2010

We can do it!

¡Hola a todos!

¿Cómo estáis? ¿Cómo van los ánimos?

Llevo un mes entero sin escribir, pero es que, de verdad, el verano ha sido de locos y durante las últimas semanas me impuse a mí misma una restricción de uso del ordenador aunque sólo fuera para paliar la pérdida de tiempo ocasionada por tantas otras cosas, y para intentar centrarme al menos un poco más. Entre unas cosas y otras, ha sido uno de los veranos más raros de mi vida.

Ahora, por fin, pasada la boda de mi hermana y la resaca correspondiente (que duró días), puedo decir que estoy de verdad !en el buen camino". Mejor que hace muchísimo tiempo.

Si repaso uno por uno los buenos propósitos de mi última entrada, en plan "Diario de Bridget Jones", problemente terminaría sintiéndome frustrada. Algunos los he cumplido. Otros no he llegado a cumplirlos pero el intento de conseguirlos ha supuesto ya de por sí una mejoría. Y otros, símplemente, se quedaron en eso: en buenos (e incumplidos) propósitos.

Sin embargo, desde mi última entrada hasta ahora, las cosas han seguido cambiando a mejor para mí.

La publicación del calendario de exámenes fue, desde luego, definitiva. Me quedan aproximadamente cuatro meses para el examen, que es más de lo que en principio esperaba. Y eso, después de lo poco que me ha cundido el mes de agosto, ha sido una inyección de moral.
Creo que, en gran medida, gracias a eso he visto por fin que, de verdad, tengo posibilidades de conseguir mi objetivo. Que, claro está, es aprobar la oposición pero, primero, aprobar el segundo examen, que es el que tengo más cerca y requisito sine qua non para pasar el último examen.
El caso es que esta vez, de verdad, creo que puedo conseguirlo y eso me está haciendo subir como la espuma. 

También es verdad que si ahora estoy rindiendo no es, ni mucho menos, gracias a la fecha ni al dichoso calendario de exámenes ni a un momento de inspiración divina. 
Es el fruto (o eso creo yo) de muuuuchos meses de esfuerzo, de caer un día sí y otro también y volver a levantar pese a no tener confianza en mí ni en "el éxito de la misión" y de fracasar una y otra vez en los objetivos propuestos.  Pero el caso es que gracias a no haber tirado la toalla, pese al rendimiento casi nulo de tantos meses, aquí estoy :) 

Y, que conste: eso de "no tirar la toalla" en muchas ocasiones se debe a la tenacidad, a la seguridad de que vamos por el camino correcto. Pero también en algunos momentos se ha debido (al menos en mi caso) a que si no es por el camino que teníamos trazado, no sabemos por dónde tirar. Y, simplemente, seguimos adelante porque es lo menos complicado, no porque seamos unos valientes. Por eso y porque otras personas que están a nuestro alrededor y que nos quieren no nos dejan saltar del barco y huir a nado. Precisamente porque confían mucho más que nosotros en que podamos llegar a buen puerto.

Sea como sea, el caso es que hoy he ido a cantar después de tres días de estudio intenso de verdad. Creía de corazón que no iba a volver a ser capaz de estudiar como estoy estudiando estas últimas semanas. Creía que, si alguna vez aprobaba, si conseguía llegar a la meta, sería arrastrándome y por pura casualidad. Pero que no volvería a verme a mí misma con ilusión estudiando los temas de siempre. Y mucho menos con confianza. No ya en mí, sino en las posibilidades de aprobar. 
Y, vamos, lógicamente, sé que es posible que no apruebe. Pero últimamente, cada vez más, parece que a lo mejor no es tan imposible como parecía. 
Esta vez siento que, de verdad, merece la pena dejarse la piel porque a lo mejor en esta ocasión sí que sirve para algo más que en las ocasiones anteriores. ¡Ojalá sea así!

En cualquier caso, el haber recuperado la ilusión y las ganas que tengo ahora mismo para mí ya supone una alegría tremenda. Durante mucho tiempo mi ánimo había ido decayendo. Por unas cosas o por otras, el caso es que durante demasiado tiempo no ha habido manera de rendir al cien por cien (¡¡¡a veces ni al uno por cien!!!) Y mi ánimo, mi confianza y mi autoestima han ido bajando poco a poco... pero cada vez más profundamente, al fondo de un hoyo del que no creía que fuera capaz de salir. Estaba convencida de que, definitivamente, los seis años de oposición habían quemado mis ganas, mi espíritu y mi capacidad de concentración. Pero resulta que no... porque mi ritmo en los últimos meses ha ido aumentando poquito a poco y ahora noto que, por fin, soy cada vez más "yo"

Así que, si alguien se ha sentido así en algún momento (que me consta que sí), que piense que ahí debajo de toda esa apatía, de toda esa falta de entusiasmo sigue estando lo mejor de nosotros mismos, que conservamos todas nuestras aptitudes, a las cuales hemos de sumar, además, la experiencia de estos años que no puede haber caído en saco roto, aunque a veces nos parezca que este tiempo no ha supuesto más que puro desgaste de nuestras mejores cualidades.

Ayer se lo decía a mi novio: creía que no iba a volver a ser capaz de estudiar como estoy estudiando ahora. Me contestó que él confiaba plenamente en mí y en que lo conseguiría, que no le cabía ninguna duda de que podía hacerlo. Y (como ya me ha dicho millones de veces), que estaba convencido de que en el momento en que yo confiase también en mí, aprobaría la oposición.

Desde luego, no sé si este cambio de ánimo me conducirá a un resultado distinto del que he obtenido hasta ahora. Pero lo que sí sé es que este cambio no es fruto de un subidón post-cante, sino que se ha ido produciendo paulatinamente. Y, pase lo que pase, por lo menos ahora me siento bien. Encuentro sentido a cada día y tengo ilusión por cumplir el plan. Y, si bien es cierto que eso simplemente no es garantía del éxito, estoy convencida de que con esa moral tengo más probabilidades de llegar a buen puerto. Y si, aun así, no llego, tendré la tranquilidad de haber puesto toda la carne en el asador.

Hace unos días me llegó un póster que encargué por internet. Es una copia de un cartel de 1942 que hizo un ilustrador norteamericano durante la Segunda Guerra Mundial, motivando a las mujeres a trabajar en las fábricas ante la escasez de hombres, que se encontraban en el frente. Yo esto no lo sabía, lo averigüé hace poco. Hasta ahora, para mí esa imagen no era más que el avatar de una compañera (Loira) del foro (si no me equivoco, acaba de empezar en la Escuela Judicial).  Y esa imagen me recordaba a ella, a su fortaleza y a su tesón, que siempre he admirado.
La imagen en cuestión, por lo visto, terminó por convertirse en un icono feminista, aunque no es por eso por lo que compré el póster y por lo que decidí colgarlo en la pared en la habitación donde estudio. Después de todo lo que os he dicho ya, tampoco hace falta explicar mucho más, ¿no?




¡Muchísimo ánimo a todos! ¡Un abrazo y que no decaiga!



lunes, 2 de agosto de 2010

Soltar lastre y coger impulso

¡Hola a todos!

¿Cómo estáis? Después de casi un mes, aquí estoy de nuevo.

Perdonad (otra vez) por la desaparición, pero es que, entre unas cosas y otras, he estado completamente desconectada del blog (del mío y de los vuestros también), pero iré poniéndome al día :)

El último mes ha sido un mes "raro". Se me ha pasado rápido, pero al mismo tiempo, como han ido pasando muchas cosas, parece que hace muchísimo tiempo desde que hicimos el test.

El estudio ha ido cada vez mejor, podemos decir que ha ido in crescendo, al igual que mi motivación, pero, al mismo tiempo, no he llegado a alcanzar el rendimiento que necesito porque he tenido bastantes distracciones: mi hermana se casa dentro de tres semanas y, claro, es inevitable. El fin de semana pasado celebramos su despedida y, aunque no pude hacer todo lo que me hubiera gustado, inevitablemente me vi envuelta en toda la organización. Y, claro, ¡es que yo misma quería participar!

¡Pero esto no puede ser! Pasada la despedida, hasta la boda no tengo más remedio que quedarme fuera de los preparativos, discusiones y conversaciones sobre el tema... ¡Porque tengo que estudiar!

Tengo que estudiar y, además, tengo que hacerlo A MUERTE. Tengo ganas de dar el 110% y de llegar con el temario machacado al primer oral. Porque, evidentemente, no sé cómo saldrán las cosas. Pero en esta ocasión, por primera vez, aunque sea remotamente, siento que puedo conseguirlo. Probablemente porque, más que nunca DEBO conseguirlo porque, prácticamente puede decirse que no me queda más remedio. Porque, como ya escribí, no puedo decir que esta convocatoria sea mi última oportunidad... ¡PERO CASI! :) Así que hay que apretar los dientes y echar toda la carne en el asador. Cueste lo que cueste.

Me encantaría tener mes y medio más respecto de la fecha que, según calculo, me puede tocar el examen. Pero nunca se sabe... Y a lo mejor ese mes y medio de más para el segundo oral resulta decisivo. Así que tampoco me quejo.

En cualquier caso, desde ya,  hay varias pautas que necesito poner en práctica, porque son las cosas en las que estoy fallando más y las que necesito mejorar para reforzar mis puntos más débiles:

1. Mantenerme un poco al margen de la vida familiar durante las próximas semanas porque, aunque apetezca participar, y más viendo a todos los hermanos de vacaciones, es momento de AISLARME y CONCENTRARME al máximo en el objetivo. Cuando llegue la boda de mi hermana, ese fin de semana desconectaré y lo disfrutaré, pero hasta entonces no hay otro remedio que desconectar.

2. Cumplir a rajatabla el HORARIO y, sobre todo, cumplir con las horas mínimas de sueño (normalmente nunca encuentro momento para apagar la luz y dormirme y la falta de sueño pasa factura y merma el rendimiento del día siguiente.

3. Encontrar un rato al día para HACER DEPORTE O SALIR AL AIRE LIBRE (al final nunca es una pérdida de tiempo porque despeja la mente y, ahora que todavía no estoy encima del examen, es el momento de recuperar esta rutina para llegar con fuerzas físicas y sobre todo mentales al examen.

4. NO PERMITIR QUE LA MENTE "VUELE" a ninguna otra cosa durante el tiempo de estudio, para lo cual sé que necesito tres cosas:
- Auto-limitarme el uso de internet, restringiéndolo casi absolutamente al tiempo de "no estudio"
- Mantener el móvil en silencio(o incluso apagado) durante la jornada y
- Recuperar el sistema de los dos cronómetros (es decir, usar, como siempre uso, uno para cronometrar los temas mientras los canto pero, además, otro para calcular el tiempo de estudio real del día: lo pongo en marcha cuando empiezo a estudiar y, si paro para lo que sea, aunque sea para ir al baño, tengo que parar también el crono, para volver a ponerlo en marcha cuando retome el estudio). Sé que suena un poco "obsesivo", pero creo que ya os dije en una ocasión que a mí me resulta muy útil para estudiar todo el tiempo con presión y ser consciente de la necesidad de aprovechar cada minuto.

5. Por último y sobre todo NO FALLAR A LOS CANTES. Sara lo decía en su entrada: cada una de las clases es una gotita que va sumando... y hay que cuidar cada una de ellas. Este es mi punto más débil, y el que más necesito reforzar, entre otras cosas, para aumentar la confianza en mí misma. Necesito conseguirlo más que ninguna otra cosa.

Sé que cumpliendo con esas cosas en la medida de lo posible mi rendimiento subirá como la espuma... Así que, desde ya, me comprometo a poner los medios para llegar a ese 110%, para sentir que estoy dando todo lo que soy capaz de dar. Ya os iré contando pero, si no lo cumplo... ¡podéis darme un tirón de orejas! (lo digo en serio, ¿eh?)

¿Cómo váis vosotros? Espero que con mucho ánimo y con muchas ganas. ¡Que no decaiga, chicos!
 ¡Que ésta tiene que ser la nuestra!

¡Un beso grande a todos y muchísima fuerza!
sábado, 3 de julio de 2010

Una gotita de agua en la mar

Disposición 4185 del BOE núm. 63 de 2010 ¡Hola a todos!  

Me llamo Sara. He estado 9 años opositando hasta que, finalmente, he conseguido, hace unas semanas, aprobar todas las pruebas selectivas de acceso a las Carreras Judicial y Fiscal.

Pichús me ha sugerido que, si me apetecía, escribiese unas palabritas para su blog... ¡Y aquí están!

No sé si podría haber apretado más el estudio en estos años, pero de lo que no tengo duda es de que no renunciaría a haber vivido menos. Y, desde luego, no me arrepiento de las experiencias que he ido viviendo y que me han hecho ser la persona que soy hoy.


Entre todas esas experiencias que os decía, hay que incluir que, cuando llevaba seis años y pico, tras haber llegado al último ejercicio, decidí dejar las oposiciones, pues consideré que mi destino estaba en otro lugar y que mis facultades opositoras ya no se desenvolvían con la misma plenitud. En cinco semanas, y tras echar muchísimos currículum, conseguí un empleo en otra ciudad.
Y allá que me fui... Conocer a gente nueva, a personas que siquiera habían tenido opción de luchar por sus sueños, me hizo sentirme responsable de mi situación y fraguar un plan. No estaba dispuesta a que con un sueldo compraran mi tiempo (8 horas diarias) haciendo algo que, realmente, no era mi ilusión en la vida. Así, en menos de un año,  y a la par que trabajaba, volví a presentarme al test. Y, como lo superé, decidí volver, apretar los dientes un par de años y, finalmente, conseguir lo que he conseguido.

Me gustaría transmitiros mis sensaciones. Qué ha supuesto opositar para mí, después de mi último paso por el Supremo, hace muy poco, (donde conseguí aprobar el último examen, el tercero, con ejecuciones hipotecarias y uno de los temas de Marítimo incluídos en el lote...) ¡Quién me hubiera dicho a mí hace un tiempo que sería capaz de sobreponerme a unos temas como estos y a aprobar!

Empecemos por el principio...


EL AUTOSABOTAJE
Cuando se nos echan los años encima, cuando sin entender muy bien por qué se nos atraganta el test, o el oral, y no acabamos de dar con la tecla... es cuando nos toca sufrir y buscar soluciones


-       Que nunca os tiemble el pulso si tenéis que cambiaros a otro preparador que sí os escuche dar los temas (en vez de adelantar trabajo), o se preocupe por vuestro estado anímico, o sea preciso y no os deje pasar una...
-       Que no os tiemble el pulso si os agobia estudiar en el mismo cuarto de siempre. Buscad vuestro espacio en bibliotecas, en otras habitaciones... Yo durante una época me llegué a bajar a diario 3 o 4 horas a un parque cercano a mi casa con los temarios recién impresos para subrayar "como si fuesen temas nuevos." Conseguí en un mes avanzar lo que hubiera tardado casi tres.
-       Que no os tiemble el pulso si necesitáis explicar a vuestra familia que de verdad deseáis seguir estudiando, o a vuestro novio o novia que vosotros no sois un ser escindido del opositor que tiene ante sus ojos. Explicadles que ese opositor es vuestra esencia, pues las emociones e ilusiones son nuestra esencia (al fin y al cabo al opositar nos dejamos llevar por nuestro corazón!)  y que si no ama al que oposita... mejor que cada uno marche por su lado.

Todo esto es una maravilla, es luchar, es vivir... ¡y no es autosabotaje!

-       Autosabotaje es decirse a uno mismo por las mañanas "nunca lo voy a lograr." ¿Y tú qué sabes? ¿No estás estudiando acaso?
-       Autosabotaje es no disfrutar de los momentos de descanso porque dejaste un tema a medio estudiar. La próxima vez estudia más concentrado, que el estudio es sagrado pero chafar el ocio por el estudio es tan imperdonable como lo contrario.  
-       Autosabotaje es verte repentinamente en un espejo y verte feo, desmejorado, perdedor... ¡Hazme el favor de salir de la burbuja y dejar de fustigarte! Si te pasas la vida encerrado es normal tener mala cara. No eres ningún perdedor, lo que eres es un gladiador, un luchador. Y, como ellos, tienes en tu piel la marca de las espadas (en este caso, de las horas de estudio,  desvelos, madrugones, nervios...).

No seas tu propio enemigo, nadie mejor que tú se conoce y nadie mejor que tú sabe dónde hacerte daño, ahí donde duele. Cuando estos pensamientos hagan mella, llama a ese amigo, familiar (o psicólogo si lo precisas), llama, grita, pero no te quedes callado. Muévete. Actúa. No al autosabotaje.


Una vez tenemos identificado y acorralado al autosabotaje y que nos hemos comprometido a cambiar lo que no nos funciona en las opos... lo siguiente es:


LAS MOTIVACIONES: ¿Por qué decidiste opositar?
¿Tal vez viste en la televisión alguna operación antidroga importante?
¿Eras fan de Ally Mac Beal?
¿Adorabas la serie “Juzgado de Guardia”?
¿Deseabas trabajar en "algo importante"?
¿En tu familia sois todos juristas?
¿Disfrutabas cuando en las películas made in USA el fiscal se dirige al jurado y suelta la parrafada…?

Es bueno recordarse a uno mismo por qué decidió meterse en esta lucha opositora. Al fin y al cabo, opositar puede ser una gran epopeya. Si piensas en “El Señor de los Anillos” me entenderás seguro:
El opositor es Frodo, el temario es el anillo, que le va consumiendo la energía... y Sauron es el miedo interior que tenemos al fracaso. Hasta que un día conseguimos llegar al Monte del Destino, defender el último examen y aprobar. ¡Y se acabó todo! Se acabó. Existe el final.

Disculpad, centro el tema: Como decía, es bueno recordarnos a nosotros mismos qué fue lo que nos llevó a estudiar, por qué seguimos en ello. Hemos de sentirnos Jueces-Fiscales-Secretarios y dar a conocer a los demás nuestra motivación.

Perdámosle el miedo a decir en alta voz a nuestros seres queridos: "esta vez voy mejor preparada que nunca al test" o "creo que en el oral próximo voy a conseguir llevarlo casi todo y voy a dar la impresión al Tribunal de que soy, de que me siento, fiscal, y me van a tener que aprobar".
Cambiemos la rutina de decir "voy fatal" "no me acuerdo de nada". Pensar en negativo se acaba materializando, y tus motivaciones no son "no aprobar en la vida", ¿verdad?

Coge el timón y pon rumbo a tus motivaciones.
 


Piensa que vas a estar justo donde quieres y que no te tiemble el pulso... (si te tiembla, es que te estás autosaboteando, así que léete el párrafo de antes, Ok?)  Ahora, vuelves a intentar manejar el timón por ti mismo. Nadie dijo que no cueste, que no haya que llorar, que no haya que estudiar muchísimo... Pero es que es lo que has elegido, son tus motivaciones.
¡¡¡Nunca pierdas de vista a tus motivaciones!!!

Y finalmente, tras superar los autosabotajes y fijar tu estación de llegada en el punto en que están tus motivaciones, llega el último paso:



TU DESTINO
El Destino (si eres creyente, la Providencia), consiste (explicado en plan "mis propias palabras") en creer que una Fuerza/Ente/Ser externo ajeno a nosotros puede tener poder decisorio en nuestros éxitos y fracasos...
Si no crees en él o en ella, no hace falta que leas esto último, porque si no te autosaboteas y marcas firmemente el rumbo a tus motivaciones, puedes llegar a buen puerto exactamente igual. Pero si, en cambio, crees en el Destino, continúa leyendo para cerrar el círculo de este post.

El Destino puede suponer tener en último término el consuelo reparador de que, aunque nos vaya mal ahora... finalmente, algún año nos tocarán los temas precisos y aprobaremos. Pero no es ésta la acepción de Destino que creo que los opositores debemos concebir. La nuestra ha de ser una acepción dinámica, in fieri, dependiente de nuestro trabajo diario.

Destrascendentalicemos por un momento. Dejemos de pensar en aprobar la oposición: pensemos en aprobar cada examen. Luego, en cumplir a tiempo cada vuelta al temario. Finalmente, pensemos en cumplir el plan quincenal. Más aún: centrémonos exclusivamente en cumplir el plan de cada clase. ¿Realmente es tan, tan difícil ponerse serios y cumplir clase a clase?
Yo, de corazón, creo que no. Lo difícil es pensar en aprobar la oposición pero, clase a clase, la tarea es más llevadera, creo. Cada clase es una gotita de agua en la mar que construirá nuestro aprobado. ¡Cuida tus gotitas! ¡Súmalas!
 

Y, hecho eso, que el Destino juegue sus cartas. Si día a día vas intentando cumplir con la mayor honestidad, ten por seguro que, aunque tu Destino sea abandonar un día sin conseguir el aprobado final porque decidas ser feliz haciendo otra cosa, no sentirás haber perdido nada. Más bien, verás que, allá fuera, en el mundo real no opositor, el ex-opositor tiene una templanza para los problemas fuera de lo común. 
A mí me pasó cuando dejé las oposiciones definitavamente -eso decía y pensaba- y me puse a trabajar. Y, cuando surgían problemas, pensaba... "miedo se pasa en el Supremo, ¡esto no es nada!"

Puede que nuestro Destino no sea aprobar pero, indudablemente, sí que es luchar. Morir matando. Ser felices de sentirnos unos gladiadores de la vida, unos románticos empedernidos en pos de un sueño laboral. Unos William Wallace a la carga en inferioridad, unos espartanos defendiendo las Termópilas sabiendo que la derrota será cuestión de tiempo.

Nuestro Destino es elegir el camino difícil, el pedregoso... porque el camino llano lleva a un lago que no está mal... pero el pedregoso lleva a la Gloria (bueno, o eso creemos, como idea es bonita, creo).

Y la gracia es que un día hace todo "¡plas!". Y apruebas. Y se acaba todo. Y te das cuenta que la vida sigue y que no has llegado, ni mucho menos, al final. Aunque en tu vida sí que sabes que la lección de la constancia, el tesón y el no desfallecer sí que la has aprendido.




Eso sí, un último apunte: no permitas que tu vida sea la vida de otros. Si estás en esta lucha por dar el gusto a tu familia, o a tu pareja... ¡no es tu Destino! En ese caso, cuanto antes, da un golpe de timón, fija tus motivaciones ¡y... a por tu Destino real!



Ojalá mis palabras puedan servir a alguien. Son sólo mis opiniones, eso sí, matizables seguro y mejorables también!

Un gran abrazo para todos de Sara


Quién escribe

Mi foto
Pichús
Durante los últimos años, OPOSITORA A JUDICATURAS (¡ojalá que por poco tiempo!). Pero en los ratos libres intento seguir siendo YO.
Ver todo mi perfil

"Sigue aunque todos esperen que abandones. No dejes que se oxide el hierro que hay en ti. Haz que en vez de lástima, te tengan respeto. Cuando por los años no puedas correr, trota. Cuando no puedas trotar, camina. Cuando no puedas caminar, usa el baston. ¡Pero nunca te detengas!" (Teresa de Calcuta)


"A la larga el éxito es más fácil que el fracaso. Sencillamente, consiste en saber lo que se quiere, en saber hacerlo y en tener la persistencia y la determinación de lograrlo" (B. Bailey)


"Si puedes soñarlo, puedes hacerlo" (Walt Disney)


"Si piensas que puedes, tienes razón y si piensas que no puedes, también tienes razón."


"El futuro pertenece a quienes creen en la belleza de sus sueños" (Eleanor Roosvelt)


"El mayor peligro para la mayoría de nosotros no es que apuntemos demasiado alto y no demos en el blanco, sino que apuntemos demasiado bajo y acertemos" (Miguel Ángel)


"No podemos descubrir nuevos océanos a menos que tengamos el coraje suficiente para perder de vista la costa" (Anónimo)


"Los muros existen por alguna razón. Y no es para mantenernos fuera, sino para darnos la oportunidad de demostrar hasta qué punto queremos algo. Y para frenar a quienes no lo desean suficientemente." (Randy Pausch)

¿Alguien me lee?

Quiénes vienen por aquí