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sábado, 25 de junio de 2011

Cambio de rumbo

¡Hola a todos!

No he vuelto a escribir desde antes del test. Y no sabéis lo muchísimo que siento el jarro de agua fría que ha supuesto el test para tantos de vosotros. Me parece muy injusto. De verdad: no entiendo cómo puede ser que exijan en el test cuestiones tan específicas de temas como la Ley de Crédito al Consumo, (a la cual dedica el programa un epígrafe miserable) o de Jurisprudencia... Desde luego, cuando dije en la última entrada que cada año se superan con el test, no me imaginaba que fuera a resultar tan catastrófico.

Sin embargo, ya son muchas las personas que conozco y de las que me han hablado que, habiendo aprobado este examen en diversas ocasiones durante los años anteriores, han suspendido el test este año. Y suspender un examen que ya aprobaste anteriormente es durísimo. A mí me ocurrió, después de haber ido el año anterior al primer oral, suspender el test el año siguiente. Fue el primer bache importante de la oposición. Y es que, de pronto, te encuentras con que no vas al siguiente examen al que tenías la seguridad de que irías. Te encuentras con que tienes que esperar UN AÑO ENTERO para volver poder enfrentarte a ello, para volver a tener un reto, para ver algo en el horizonte y no sentirte en medio de la nada.

Pero, también desde mi experiencia, os aconsejo que, los que penséis seguir adelante, os toméis estos meses como una oportunidad para reforzar el programa. Para machacar el primer oral si es lo que necesitáis pero, sobre todo, para dedicarle más tiempo a los procesales. Y es que, si me he dado cuenta de algo durante estos años es que, aunque es una suerte saber que cada año tenemos convocatoria, a veces el ritmo resulta muy agobiante. Cada vez que termina una convocatoria, ya está encima la siguiente. Y eso es bueno para muchas cosas, porque da seguridad que todos los años convoquen. Pero también supone que nunca tienes tiempo para machacar bien determinadas materias. Y, de verdad, no os digo esto sólo para consolar o dar ánimos, sino porque lo creo de verdad. Tomadlo como una oportunidad para aprovechar bien estos meses y para estudiar los temas mucho mejor de lo que lo habríais podido hacer si hubierais tenido que ir al Supremo este año. Y en la próxima las cosas irán mucho mejor. Si queréis llegar a buen puerto, no dejéis que esto os hunda: mantened el rumbo y seguid remando. Aunque las cosas no hayan salido como esperabais (especialmente los que llevais pocos años en esto) tenéis que pasar página cuanto antes. Mantened el rumbo, porque sabéis que, aunque no avistéis tierra durante días, semanas o meses, vais en la dirección adecuada. Es una especie de acto de fe :) Cuando a mí me ocurrió en aquel momento no fui capaz de hacerlo, pero luego me di cuenta del error. No era fácil... pero habría sido mucho mejor ser capaz de tomármelo con más calma, no dándole tanta trascendencia a un suspenso que en aquel momento no la tenía.

Pero bueno...voy a dejar aparte ahora el tema del test, porque tengo que contaros una cosa desde hace tiempo. No os he contado nada antes porque, cuando ocurrió, no me parecía el momento oportuno. Y después ha ido pasando el tiempo y, aunque tenía esta entrada escrita casi por completo, me costaba mucho publicarla.

El hecho es que el día 15 de mayo cerré los códigos, guardé los temas y no los he vuelto a abrir. No sigo con la oposición.

La decisión está tomada desde entonces. No tuvo nada que ver con el examen que iba a ser dos semanas después ni fue una decisión tomada en un momento de arrebato. Ha sido un proceso muy largo y la decisión que más me ha costado tomar en mi vida.


Después de mi paso por el Supremo el pasado mes de enero, como os conté (y era totalmente sincera), no me sentí hundida. Me sentí cabreada, impotente y con mucha rabia. Pero en ningún momento tenía ganas de tirar la toalla. Ni se me pasó por la cabeza, vamos. De hecho, recuerdo a mí misma diciéndoselo a otra persona totalmente convencida: "¿cómo voy a dejarlo, si la mayor parte del trabajo la tengo ya hecha? Si sigo adelante, al final saldrá." Y no me cabe duda de que, si hubiera tenido las fuerzas suficientes para seguir adelante, podrían haber ido bien las cosas. De que, como he oído reitaradamente en la última temporada "tengo capacidad para sacarlo"

Como ya os conté, después de aquel examen y de varias semanas de descanso que dediqué a los preparativos de mi boda, me puse a estudiar. Tenía ganas, de verdad. Evidentemente, daba pereza. Pero estaba motivada y me sentía con mucha ilusión por recuperar el ritmo porque pese a que las cosas no habían ido bien la última vez, al mismo tiempo, me había dado cuenta de que era posible lograrlo. Pero, como ya os comenté, al volver a empezar me estrellé contra los temas. Y fue así una y mil veces, cada día durante los meses siguientes. Luego ya llegó la fase en la que levantarme de la cama por la mañana era imposible y, las veces que conseguía madrugar, sólo de pensar en ponerme delante de los libros me entraba una ansiedad impresionante. En general, no tenía ganas de nada. Ni de estudiar, ni de salir... incluso pensar en la boda me agobiaba en vez de ilusionarme.
Durante estos meses he intentado de todo: desde ponerme planes de lo más exigentes hasta proponerme estudiar sólo un par de horas al día, con tal de que esas horas me cundieran. Estudiar sola, estudiar acompañada, ponerme metas cortas, "premiarme" los pequeños éxitos. Pero las cosas no cambiaron: era incapaz de concentrarme, de estudiar. 

De cara al test, sin embargo, conseguí que me cundiera un poco (muy poco) más. No es que estuviese súper animada, pero estaba menos chafada.  El test no era un examen que me preocupase. Lo había aprobado ya tres veces anteriormente y creía firmemente que, si me cundían las últimas tres o cuatro semanas repasando a tope, las cosas podían ir bien. Pero es que ni de eso fui capaz. Avanzaba a paso de tortuga incluso en ese momento en que debía ser capaz de correr como un gamo. Y más, estando a pocas semanas del examen. ¡Con lo mucho que me cunde a mí siempre cuando estudio bajo presión...! Pero esta vez ni con presión. Porque la ilusión se había esfumado hasta tal punto que ni siquiera era capaz de reaccionar ante un examen.

No era capaz de estudiar y me di cuenta de que tampoco iba a serlo aunque aprobase el test. Porque, precisamente, el test no era mi preocupación. De hecho, un día se lo dije a mi preparador: en el fondo, prefería no aprobar el test y no volver otra vez al infierno de prepararme para el segundo examen.

Sabía que, estando así, igual que no era capaz de centrarme en el examen que tenía en pocas semanas, menos aún iba a ser capaz de estudiar para un examen que no sería hasta enero. Y no estaba dispuesta a seguir así, porque durante todos los meses anteriores cada día había sido una auténtica tortura. Y no quería, no estaba dispuesta a seguir así. Y, no estando dispuesta a continuar, no tenía sentido seguir estudiando ni un día más.
Cuando me di cuenta de eso, de que lo que yo quería era dejarlo, de que no estaba dispuesta a seguir, me sentí tranquila, cerré el Código (creo recordar que estaba repasando el tema de la ocupación) y pensé que ya no tenía sentido seguir estudiando. Fue dificilísimo llegar ahí pero, al mismo tiempo, era una cosa tan sencilla que parece mentira que costase tanto de ver.

Decidí ir al examen, eso sí. No ir era como "rajarme" o dejar algo a medio hacer. Sé que puede parecer incoherente, que el sentimiento es irracional. Pero el caso es que esa sensación, unida al hecho de que, si no iba a Barcelona, tenía que contar mi decisión a una amiga y no quería que se viera afectada  por ella dos semanas antes del test, me hizo ir al examen una vez más. 

No toqué un libro las semanas de antes, ni siquiera intenté estudiar (aunque hubo momentos en que me resultó difícil no hacerlo). Fui al examen y lo hice lo mejor que pude. Era raro porque me sentí a como si estuviese viendo las cosas "desde fuera", desde la perspectiva del que no se juega nada, en parte, como una espectadora. Aunque, al mismo tiempo, concentrada y tratando de hacerlo bien. Contesté lo más razonablemente que pude, aunque en cinco meses casi no había sacado ningún rendimiento, había materias que no leía siquiera desde enero y, desde luego, de la reforma de Penal no tenía ni idea. Con lo cual... podía salir bien, pero sabía que lo normal era suspender. Y, aunque una parte de mí deseaba aprobar, otra parte sabía que lo mejor para mí sería no hacerlo. Porque, si aprobaba, no iba a conseguir desconectar. Iba a seguir dándole vueltas a la cabeza y pensando si no debería volver a coger los temas e intentarlo de nuevo.
En cualquier caso, finalmente, he suspendido. He sacado un cuarenta y cuatro y pico. Pero ver la nota de corte, tengo que decirlo, no me dio ni frío ni calor. Porque, como me dijo mi amiga Luisa cuando le conté mi decisión, si en algún momento me plantease volver a intentarlo, tendría que ser con ilusión absolutamente renovada, segura de querer hacerlo. Y la mejor forma no hubiera sido retomar los temas simplemente por el hecho de haber aprobado el test.
Volver a intentarlo, no por tener la ilusión de hacerlo, sino simplemente por no dejar pasar la oportunidad, hubiera sido un error estando en mi situación. Además de que, casi seguro, hubiera supuesto un nuevo fracaso.
Y, sobre todo, porque mi decisión no ha sido tomarme un descanso para volver dentro de un tiempo, sino cambiar de rumbo. Puede que en un momento dado cambie de opinión, me ilusione, me sienta con fuerzas y ganas y decida volver a intentarlo. Pero será, como dice Luisa, empezando desde cero en cierto modo.

Me hubiera encantado que las cosas hubieran sido de otra manera. Sé que tengo capacidad para aprobar. Sé que hay mucha gente que aprueba que es mejor que yo. Pero también sé que mucha gente como yo, gente normal y corriente, con un nivel de inteligencia medio y que trabaja muy duro cada día (como yo lo he hecho), aprueba cada año la oposición. Pero esa capacidad de aprobar, que está ahí teóricamente, a veces termina mermándose a causa de los obstáculos con que nos vamos encontrando. La vamos quemando. Por las circunstancias personales de cada uno, por los errores cometidos, por la mala suerte... Por el mero paso del tiempo y el desgaste que supone para algunos. Y al final, el resultado termina dependiendo demasiado de la suerte. Al menos, así lo veo yo.

Podía haber sido de otra manera, claro que sí. Y duele pensarlo. Pero las cosas son como son. Y, aunque creo que (casi siempre) "el que resiste gana", sé que, en ese momento no tenía sentido seguir "resistiendo". Porque, estando en estas condiciones, "resistir" es sólo seguir haciéndome daño sin sentido. Es seguir ahí, sin dar un paso adelante ni tampoco hacia atrás. Sin ser capaz de estudiar ni tampoco de disfrutar del día a día haciendo otras cosas. Así que, aunque me encantaría seguir adelante y no tener que hacerlo, me veo obligada a cambiar de dirección. Creo, de verdad, que es lo que tenía que hacer ahora mismo. Y ha sido muy duro llegar a esa conclusión. Pero me siento muy tranquila y cada día más contenta.

Sé que he cometido muchos errores a lo largo de la oposición que, unidos a todos esos factores que os decía antes, han sido determinantes de la forma en que han discurrido los acontecimientos. Me encantaría poder transmitiros a todos lo que he aprendido: todo aquello que no hay que hacer, que no hay que pensar ni que plantearse durante la oposición... Aunque creo que cada uno tiene que descubrirlo por sí mismo. No sirve de nada que otro nos lo cuente. Pero, si puedo ayudaros en algo a todos los que estéis en este barco, sólo tenéis que pedirlo. A veces, además de la experiencia del que triunfa, también es útil escuchar la experiencia del que fracasa :)

Aún no sé qué voy a hacer (profesionalmente hablando). He tomado la decisión de cambiar de rumbo pero no porque tenga claro qué dirección voy a tomar, sino porque sé que no quiero seguir por ahí. Lo que sí sé es que, por lo pronto, tengo que recuperarme, desconectar, desopositorizarme :) Pensar en los próximos meses y disfrutar de la boda y de los preparativos que faltan, a los que creía que no iba a poder dedicar nada de tiempo. Disfrutar del día a día, de mi novio, mi familia, mis amigos... De salir a que me dé el aire sin remordimientos. Hay vida más allá de la oposición, incluso para los que no la aprueban :) Y, en lugar de pensar en lo incierto del camino, en que no sé bien qué voy a hacer, quiero pensar más bien en que tengo un amplio abanico de posibilidades. Que sólo tengo que decidir hacia dónde seguir y emprender el camino con ánimo e ilusión. Y estoy en ello. No puedo decir que esté dando saltos de alegría, pero sí creo que he hecho lo correcto y no me he arrepentido por ahora en ningún momento. Y eso da cierta tranquilidad. 

Claro que hay incertidumbre. Pero, a fin de cuentas, antes de dejar la oposición tampoco tenía nada precisamente asegurado :) Y, al final, las cosas siempre se resuelven si caminas con ilusión y confianza... Así que, de un modo u otro, espero que todo irá bien.

Tampoco sé muy bien qué haré ahora con el blog. Puede que siga escribiendo lo que se me ocurra, aunque ya no oposite. De hecho, ahora soy más tertium genus que nunca :D O, mejor dicho, soy más que un tertium genus porque no es que me encuentre a medio camino entre dos cosas... ¡estoy a mitad camino entre no sé cuántas cosas!
De todas maneras, Supongo es que su destino natural es desaparecer de una forma o de otra, sea cerrándolo o bien dejándolo abierto pero en stand by. A fin de cuentas, es el fin de una etapa y es por eso, supongo, que me da pena cerrarlo. Pero no sé lo que haré. ¡No sabéis la cantidad de cosas que no sé cómo van a ser a partir de ahora! Así que ya se verá.

Quiero disculparme (sobre todo con algunos de vosotros, que me habéis escrito o llamado y no os he devuelto las llamadas ni los mensajes) por no habéroslo contado antes.
Antes del test, como ya os he dicho, no quería comentar nada aquí, ni tampoco hasta que terminase de examinarse del tercer ejercicio la gente a la que conozco. Porque sé que, igual que te anima y te sube la moral leer una entrada positiva o ver cómo aprueban algunos compañeros, te deja desanimado ver que otro abandona. Y no me parecía buen momento para dar la noticia. Igual que tampoco fui capaz de ponerme a escribir aquí mis pensamientos más negativos sobre la oposición durante el proceso de toma de decisión. Porque sé que esa perspectiva es la más negativa. La visión parcial de una opositora "quemada". Y, aunque esa visión es una parte de la realidad, sólo es una parte de ella. Y no me gustaba la idea de transmitir esas sensaciones ni a los que estabais a las puertas del test, ni a los que ibais a examinaros del tercero ni tampoco a los que acababais de suspenderlo. Espero que lo entendáis.

Por otra parte, es verdad que llevo "desaparecida" mucho tiempo para muchos de vosotros. No sólo del blog, sino en general. Y no sólo para los que opositáis, sino también para otras muchas personas. Pero es que no es fácil de contar. A todos los que he tenido la oportunidad de contárselo en vivo y en directo, lo he hecho. Pero coger el teléfono y llamar para contarlo sin que la otra persona haya estado viendo de cerca mi evolución durante este tiempo me ha resultado imposible incluso con personas muy cercanas. Y no es por falta de confianza. Si hubiésemos estado viéndonos, os lo hubiera contado antes, sin lugar a dudas. Incluso os habría transmitido mis sensaciones durante todo el tiempo anterior y la decisión no os hubiera sorprendido tanto. Pero es difícil contarlo así, a boca jarro, y telefónicamente.  Y es difícil contestar cuando, después de decirlo  te preguntan por qué lo dejas. Es duro escuchar ese "¿por qué?", que viene con una mezcla de sorpresa y decepción. Y llega un momento en que, aunque todos los que te lo dicen tienen buena intención y, precisamente, si preguntan por qué es porque confiaban en que ibas a conseguirlo y querían que lo consiguieras, cuesta mucho responder a esa pregunta una y otra vez. Y más telefónicamente. Espero que me perdonéis. Y siento, de verdad, decepcionaros o desanimaros de algún modo.
Yo estoy bien (y, si Dios quiere, aún estaré mejor). Todos los que me ven día a día me lo dicen: me ha cambiado la expresión de la cara. Y aún me queda, porque tengo todavía bastante mala leche acumulada, sigo irascible según los ratos... Pero estoy contenta y sé que la evolución va a seguir siendo positiva. Entre otras cosas, porque el futuro inmediato me ilusiona.

Antes de terminar con esta entrada, no quiero dejar de dar las GRACIAS a los que me habéis ido leyendo, a los que habéis compartido cosas en este blog, a los que me habéis dado ánimos aun no conociéndonos personalmente. Ya lo dije en otra ocasión: no sabía lo mucho que iba a aportarme este rinconcillo virtual :) 
Y, por supuesto, GRACIAS también a todos los demás... a todos los que, sabiendo o no de la existencia del blog, habéis estado ahí de un modo u otro, preocupándoos por mí, estando pendientes de cada examen, de mi estado de ánimo y de cómo estaba yo.

GRACIAS a mi novio, a mi familia, a mis amigos... que han estado ahí y seguirán estándolo pase lo que pase. Y gracias a todas las personas que, aunque no las nombre individualmente, han sido importantes cada una a su manera a lo largo del camino.

¡¡¡MUCHAS GRACIAS A TODOS!!!

Y a los que seguís en esto, muchísima fuerza. Los que lleváis poco en esto, tratad de aprovechar al máximo vuestras fuerzas y los que lleváis más tiempo, sean los años que sean, seguid adelante mientras mantengáis la ilusión, porque el número de años no importa. Lo importante es mantener la ilusión y tener siempre claro que la oposición no es un fin, sino un medio. Se convierte en una parte muy importante de nuestra vida durante mucho tiempo, pero no es nuestra vida. Lo importante es ser felices. Ningún camino está libre de obstáculos y la oposición es un camino duro, pero no es el más duro. Lo que cuenta es ser capaz de ser felices con el camino que elijamos, sea cual sea nuestro rumbo. 


¡Mucha suerte a todos los que vais a volver a pasar por el Supremo este año! ¡Mucho, muchísimo ánimo! Y muchísima suerte a todos los que, de un modo u otro, vayais a empezar una nueva etapa, como jueces o fiscales o como sea.

No sabéis lo que me cuesta darle definitivamente al botón de "publicar esta entrada", pero allá va... 

¡Muchos besos a todos!





jueves, 24 de marzo de 2011

Nunca digas no puedo más...


 ¡Hola a todos!

¿Cómo estáis? Aunque parezca mentira, desde el examen y el comienzo de las vacaciones, es la tercera vez que me siento delante del ordenador para empezar una entrada. Espero que, por fin, ésta vea la luz. 

Esta temporada no ha sido fácil. Para no mentir, las vacaciones fueron estupendas. Desconecté, descansé, hice muchísimas cosas... Y, por supuesto, fui al cine todas las veces que pude. Sin embargo, la vuelta a la realidad fue como una bofetada. Mi sensación el día que volví a coger los temas fue la de "soy un fraude". Sentí que no podía con ello. Que, si no había aprobado, era porque no merecía conseguirlo. Mi sensación fue la de que, en realidad, no me sabía ni un tema del programa. Y, aunque en realidad sé que no es así, todavía no he conseguido quitarme esa losa de encima. Y esa sensación ha desembocado en una apatía que no es normal en mí. Siento que no puedo con ello.

Mi preparador, mi padre y todos los que me conocen dicen lo contrario. Dicen lo mismo que creía yo hace dos meses: que puedo con ello, que la mayor parte del esfuerzo está hecha y que hay que seguir adelante como sea. Pero esto es un camino largo. A veces, con baches que se hacen eternos y, por mucho que razonemos y por mucho que nos digan, no es tan fácil seguir adelante.

Sin embargo. Tengo que ponerle punto final a esta mala racha. Mi novio, últimamente, no deja de preguntarme en qué me puede ayudar. Pero soy yo quien tiene que hacerlo. Los demás pueden ayudar estando ahí, pero es uno mismo el que tiene que hacerlo, que reunir fuerzas suficientes para salir de la cama cada día y coger el todo por los cuernos. Y yo, hasta ahora, estoy viendo pasar los días por delante de mí sin conseguir avanzar en nada. Agobiada, malhumorada y tristona. Y lo peor es ¡que no tengo motivos!

Muchos lo sabéis y a los que no, os informo ahora: este verano me caso :)) 
Cuando pusimos la fecha de la boda, hace ya un año, sabíamos que, llegado el momento, podía ocurrir que hubiese aprobado la oposición o, podía ser, como ha ocurrido, que siguiera en la misma situación. Sin embargo, necesitaba dar ese paso, saber que la vida sigue, y que iba a seguir igual aunque no hubiese conseguido aprobar. El tener tomada esa decisión ha sido muy importante para mí. Me ha ilusionado muchísimo y ha resultado muy alentadora en muchos momentos. Porque, pese al fracaso en la última convocatoria, veo que hay cosas estupendas en mi vida. En definitiva, aunque sea repetitivo: que la vida sigue y no se limita, ni mucho menos, a la oposición.

Lo que no me esperaba es que, llegado el verdadero bajón, el bajón  de la vuelta al estudio, ni siquiera la perspectiva de la boda consigue animarme. La vida sigue, es verdad. Y con cosas muy buenas. Pero no consigo evitar que me vengan pensamientos negativos a la cabeza constantemente. Pienso que no lo voy a conseguir y que, encima, me voy a encontrar con treinta y tantos, sin haber ejercido en mi vida y sin saber hacer la "o" con un canuto. Y todo por lo de siempre: la falta de fe. Sobre todo, la falta de fe en mí misma, claro. El autosabotaje puede ser una fuerza muy poderosa, pero hemos de saber reconducirla para jugar a nuestro favor y no en nuestra contra. No puedo seguir tirando piedras sobre mi propio tejado.

Hay que volver a atreverse, lanzarse y confiar, aun sin saber cuál va a ser el resultado final. Porque existe la posibilidad de que me estrelle, es verdad, pero también puede ser que consiga aterrizar sobre mis propios pies. Y si no me lanzo, es seguro que no lo conseguiré. Hay que echarle un par de ovarios a este tema. Aunque cueste. Estoy cansada psicológicamente. Muy, muy cansada. 

Pero esto no puede seguir así. Ha llegado el momento de dar un puñetazo en la mesa, levantarse y decir "¡Ya está bien!" Ya está bien de lamentos, de dudas, de regodearme en la incertidumbre. Esto últimos días me he acordado varias veces de las palabras de Goytisolo: "Te sentirás acorralada, te sentirás perdida o sola..." pero "nunca te entregues ni te apartes junto al camino, nunca digas no puedo más y aquí me quedo." 

A veces son muy fuertes las ganas de tirar la toalla... Y aumentan a cada año que pasa. Pero tengo que volver a intentarlo. Intentarlo de verdad. No puedo dejar que los días vayan pasando de largo uno tras otro, escapándoseme de las manos, vacíos, cuando podría estar sacándoles mucho partido.

Y, como he tomado esta decisión, la decisión de "coger el toro por los cuernos", tenía que plasmarla aquí. Porque, aunque pueda parecer que tenía el blog olvidado, no es así. El silencio de este tiempo se corresponde al cien por cien con mi estado de ánimo. Pero "ya está bien" también de tanta sequía bloggera.

Justo el día que escribí la última entrada hacía un año que había inaugurado este blog. Y, durante este año, el blog ha sido para mí algo muy bueno. Recuerdo que Jaspe me lo dijo en su día: que el abrir el blog me iba a reportar muchísimas cosas muy buenas. Y ha sido así. Me habéis aportado muchísimo con vuestros comentarios, con vuestras experiencias, con vuestros ánimos... Y me ha servido también en gran medida para aclarar las ideas. Para plasmar pensamientos que, a veces, es muy bueno sacar fuera. Me ha servido, incluso, para comprometerme más firmemente a cumplir objetivos. Y por eso hoy vuelvo a escribir aquí: porque, aunque mañana o pasado no me cundan como debería, estoy decidida a emprender un nuevo comienzo. A coger el toro por los cuernos y a salir del bache como sea. Si después de eso no salen bien las cosas, entonces ya veremos. Pero pueden salir bien y tengo que apostar por ello.

Gracias a todos los que habéis estado ahí conmigo todo este tiempo. Antes y después del examen. En persona, por teléfono o a través de internet. Y gracias a todos los que lleváis leyéndome pacientemente durante este año, escribiendo y haciendo posible que este Cajón Desastre siga adelante :) Así que, aunque sea con retraso, ¡feliz cumple-blog a todos! 




domingo, 2 de enero de 2011

¡Atrévete!

¡Hola a todos!

En primer lugar, espero que hayáis disfrutado estos días. Y, sobre todo, os deseo lo mejor para este año recién estrenado.

Son muchas las sensaciones que he tenido durante estas últimas semanas. Y van intensificándose todas ellas mientras avanzan los días. 
Por un lado, la ilusión de cumplir un sueño.
El cansancio.
La angustia, la tensión y el mal humor, que me convierten en la persona más irritable del mundo y, al mismo tiempo, en la más necesitada de mimos.
Los arrepentimientos y lamentos del tipo "por qué no habré sido capaz de aprovechar más estos meses." 
El agradecimiento a todos los que de un modo u otro han estado cuidando de mí, apoyándome desde cerca y desde lejos, acordándose, rezando por mí... Ese también es un sentimiento muy importante. Aunque, al mismo tiempo, conlleva una especie de "carga" ya que, por otro lado, no puedo evitar sentir cierto temor a decepcionarlos a todos. Porque para algunos supondría una gran alegría mi aprobado. Para mis padres, evidentemente. Pero para mi novio, sin ir más lejos, cada día de oposición supone también un sacrificio, aunque lo haga a gusto y me apoye de todo corazón. Y hay muchas personas que  me quieren, que se preocupan y que de verdad confían en que va a ir bien.
El miedo al fracaso también está ahí. Aunque no es miedo a un "fracaso vital" o algo así. Al contrario. Si hay algo que me mantiene contenta y con algo de tranquilidad es SABER que, de verdad, mi felicidad no depende de este examen. Que mi vida va a seguir adelante igual. Que tengo mil motivos para estar contenta. Y que 2011 va a ser, como muchos sabéis, un año muy especial para mí. Salga como salga esto. Y no es que piense abandonar si no apruebo este examen: al contrario. Ahora mismo tengo claro que, aunque saliera mal, no podría tirar la toalla porque me siento capaz de conseguirlo. Más que en mucho tiempo. Pero si, aun volviendo a intentarlo, volviese a fracasar, evidentemente, me dolería. Pero sé que podría ser igualmente feliz.

Aunque parezca mentira y sea mucho menos importante, más que ese miedo al fracaso es más intenso el miedo visceral. El miedo a la angustia que se vive en el Supremo... a las horas previas, al examen... A todo lo que ya os he dicho en otras ocasiones. Y es que, una vez más, iré a Madrid con el programa peor de lo que querría. Con temas que casi seguro no me va a dar tiempo a volver a mirar de aquí al examen, que no me repaso desde la edad de piedra y que, si salen, no podría decir de ellos más que los títulos de los epígrafes. Son temas de "con la venia, me retiro". Otros los llevaré cogidos con alfileres...  Y sé que, desde fuera, habrá muchos que no lo entenderéis. ¿Cómo puede haber temas que, si salen, significan "adiós y buenas tardes" después de casi siete años en esto? No me voy a poner a explicarlo,  pero sé que la mayoría de los que estáis en la brecha lo entendéis perfectamente. Habrá quien piense que es para darme de bofetones. Pero, tranquilos, que de eso ya me encargo yo y no hace falta que me lo recuerde nadie :)

Sin embargo, el no llevar el programa como a mí me gustaría no significa ni mucho menos que vaya a salir mal. Como siempre dice mi novio, "con que te sepas cinco temas, puedes aprobar". Y, desde luego, los cinco temas sí que los supero... :)  Puedo tener muy mala suerte y, a menudo, Murphy suele jugárnosla en este tipo de situaciones. Los temas de la lista negra están ahí y pueden salir. Y ltambién los temas que van cogidos con alfileres. Pero también están ahí esos otros temas, que son muchos, que sabría recitar de memoria aun estando dormida. 

Sé que, a pesar de todos esos temas, tengo probabilidades de aprobar y tengo que luchar por ellas. Dar todo lo que pueda hasta el final, porque cada tema que repasas puede salir. Luchar hasta el último momento. Y el último momento es aquel en que el presidente te invita a retirarte o aquel en que terminan los 60 minutos de examen, después de cantados los 5 temas, y sales fuera de la sala a esperar el "veredicto". No antes. No puedo rendirme antes ni dejarme apabullar por el tiempo que se me echa encima. Es necesario esforzarse hasta ese último momento en que tienes ganas de salir corriendo del Tribunal Supremo. 

Por cierto: mi amiga y compañera Luisa me ha regalado un bote de pegamento para pegarme a la silla una vez empiece el examen y no levantarme hasta el final. Así que no puedo fallarle :) Me he comprometido con mucha gente que me quiere pero, sobre todo, me he comprometido conmigo misma a que, bajo ningún concepto dejaré que el miedo me atenace. No me retiraré aunque todos los temas que salgan sean temas "cogidos con alfileres". Si me "atasco" en un tema, haré lo posible por "desatascarme", por seguir adelante, saliendo por peteneras si hace falta, saltando al punto siguiente o como sea. Pero me he comprometido a poner toda la carne en el asador en el momento del examen. A no tener miedo y ejercer mi derecho a hablar ante esos nueve señores durante sesenta minutos. Y si no les gusta, que me lo digan y me levanten ellos. Pero, si he de dar algun paso, esta vez será hacia delante. 

No dejéis de ver el vídeo que os dejo al final de la entrada.  Me encanta y, aunque parezca mentira, por lo mucho que me enrollo, es el motivo principal de mi entrada. Una amiga me lo envió hace unos días (dando completamente en el clavo), especialmente dedicado a mí. Desde entonces lo he visto varias veces y lo he tenido presente en muchas ocasiones. Sobre todo, el momento final... Ése en que se pone de manifiesto no sólo que hay que ser valiente sino que nuestros miedos, cuando nos enfrentamos a ellos y les plantamos cara, terminan evaporándose. 

Ojalá haya un poco de suerte porque, por mi parte, estoy decidida a ir a por todas.

Cuando haya noticias, las tendréis, pero no será antes del miércoles o jueves después de Reyes.

Entre tanto, ¡feliz Año Nuevo a todos! Y que os traigan muchas cosas los Reyes Magos.

¡Un abrazo y ánimo a todos los que os examináis a partir del día 10!



domingo, 19 de diciembre de 2010

¡Feliz Navidad!


¡Hola a todos!

Acabo de revisarme el planning de la semana y una vez más, me ha entrado el agobio. ¡No llego! Y poco tiempo queda ya para poder remediarlo, por mucha caña que meta... Pero no era eso de lo que quería yo hablar. Vuelvo a empezar.

Ejem...

Acabo de revisarme el planning de la semana y, aunque parezca mentira, acabo de darme cuenta de que esta semana que empieza es la semana de Navidad. ¡Quién lo iba a decir!
La Navidad es una época que no deja indiferente prácticamente a nadie.



Incluso para quienes es menos importante el aspecto espiritual de estos días, la Navidad puede ser una época excepcionalmente alegre y un momento para disfrutar de la familia y de unos días de fiesta verdaderamente especiales. Si hay niños cerca, se respira, incluso, algo de magia.

Hay, sin embargo, quien, sencillamente, detesta la Navidad. Quien se pone de los nervios desde el momento en que empieza a oir los primeros villancicos o a ver los primeros adornos de Navidad en las tiendas. Se agobia de pensar en el ajetreo de esos días, con todo el mundo de acá para allá, comprando regalos y organizando comidas y reuniones familiares que no siempre apetecen mucho.

Hay personas para las que, sencillamente, no es Navidad, porque viven en condiciones tales que no importa si es septiembre, junio o diciembre. Viven solas o necesitadas la mayor parte del año. Y las cosas no cambian porque sea 24 de diciembre.
Por otra parte, hay también muchas personas que lo pasan verdaderamente mal cuando ven aproximarse estas fechas. Les encantaría "saltárselas". Que el calendario avanzase más rápido durante el mes de diciembre. Y no por falta de espíritu navideño. Sino porque echan en falta a seres queridos que ya no están, y más durante estos días que solían compartir con ellos. Hay gente a la que estos días le ponen triste porque están lejos de casa, porque están solos o porque, por una cosa o por otra, recuerdan épocas pasadas en que la Navidad era para ellos un momento especialmente alegre, de vivir en familia, de compartir, de regalar, de cantar. Y hoy no  queda nada de eso.

A mí, personalmente, siempre me ha encantado la Navidad. Siempre la hemos vivido muy intensamente en mi familia. Hay aspectos que, lo reconozco, no me gustan mucho. Sobre todo, la forma en que los comercios empiezan a darnos la tabarra diciéndonos que "Ya es Navidad..." casi desde el mes de octubre. Pero la verdad es que la Navidad es una época que me encanta

Este año, sin embargo, van a ser unas Navidades un poco raras. Mi única participación en las fiestas propiamente dichas será cenar en casa, en familia, en Nochebuena. Eso sí, éste será el primer año que no estaremos todos, porque mi hermana tiene que estar fuera ese día. Pero, para mí personalmente, como sabéis, estas Navidades son "especiales" porque, sencillamente, me propuse desde hace mucho conseguir no enterarme de la Navidad. He evitado durante estos días hacer lo que normalmente hubiera hecho (aparte de que, aunque hubiera querido, no hubiera tenido tiempo). Y es que, desde hace meses tengo en mi cabeza la asociación de ideas Navidad-Examen. Y, sé que sonará exagerado, pero cada vez que he pasado por delante de un escaparate adornado casi prefería no mirar y pensaba "si es que mira que exageran, con lo que falta todavía para Navidad..."  ¡Pero ahora ya está aquí! :)  


Sé que parece que me haya convertido en el Grinch, pero es temporal y por causas más que justificadas, creo yo. Además, dentro de lo que cabe, intentaré disfrutar de esa mínima participación navideña que me espera la noche del 24. A fin de cuentas, es Nochebuena y, puesto que voy a dejar de estudiar algo más pronto de lo habitual, disfrutaré de mi familia, de la cena y de los regalos. Porque este año, por culpa del dichoso examen, hemos tenido que adelantar los Reyes. Y, subrayo: no hemos cambiado los Reyes por Papá Noel. Los Reyes, simplemente, se adelantan, pero a nuestra casa no viene Papá Noel :) 

Estas Navidades están marcadas para mí por la proximidad del examen, pero quiero desearos a todos que las disfrutéis en la medida en que el estudio os lo permita. Y a los que tengáis días libres, especialmente. ¡Desconectad y pasadlo bien y empezad el año con las pilas bien cargadas! 

A los que, como yo, os esperan unas fiestas cargadas de temas, agobio y estrés, os deseo que, por lo menos, os cundan al máximo estos días. Y, sobre todo, que el esfuerzo tenga recompensa. 
 ¿He dicho yo antes que los Reyes se adelantan este año? ¡Menudo error! ¡¡Lo que de verdad espero es que vengan la semana del 10 al 16 de enero!! :)

Aquí os dejo mi felicitación navideña. Es, seguro, menos "ñoña" de lo que habría sido si me sintiera un podo más involucrada en las fiestas este año, pero me parece muy gracioso y es apropiado como felicitación bloggera. El texto aparece en portugués, pero seguro que no tendréis dificultades para entenderlo:




¡Feliz Navidad a todos! ¡Un abrazo fuerte!
martes, 7 de diciembre de 2010

El virus devora-temas

¡Hola a todos!

        Cada vez que escribo últimamente me pregunto si no será la última antes del examen o si todavía volveré a asomar la cabeza por el blog. Pero, ya véis que al final siempre vuelvo por aquí :)
Y, que conste, no lo hago con motivo del cumpleaños de nuestra Constitución (a eso ya llego con retraso). Ni tampoco para hablar del ya de sobra comentado "Estado de Alarma" con que empezamos el puente (¡sí! ¡El estado de alarma del artículo 116, ese mismo...!)

       No. Lo hago para contaros algo menos comentado y menos sabido (y también bastante menos relevante). Y es que estos días he tenido la gripe




 

Han sido sólo tres días, pero parece que ha pasado un siglo porque con los escalofríos que de pronto se convierten en sudor, la fiebre, el dolor de cabeza y los viajes de la cama al sofá y del sofá a la cama, el tiempo transcurre de forma extraña. 
       Estos días he intentado estudiar. Bueno, para ser exactos, lo intenté los dos primeros días pero ayer, cuando a primera hora de la mañana vi en el termómetro 39.5 ºC, directamente decidí que ni merecía la pena el intento.
      
          Sin embargo, no os lo cuento para que me digáis "uy, pobrecita, la gripe... ¡y justo a un mes del examen! Si es que tienes la negra..." Porque eso ya me lo dije yo suficiente el sábado y el domingo. Os escribo para contaros la parte positiva. Y no me refiero a lo estupendo que es tener un enfermero (hoy convertido ya oficialmente en enfermo) como el que he tenido yo estos últimos días al pie del cañon.    Que eso es ya de por sí positivo, y mucho. Sino a que hoy, al despertarme, milagrosamente, ya no tenía ni un pelín de fiebre. Sigo teniendo tos de tísica (mi hermano dixit) y voz de Manolo (según mi hermana). Pero fiebre ya no.
        Y, con el agobio que, como comprenderéis, me ha supuesto el no poder tocar un libro durante estos días (me subía por las paredes), cuando esta mañana en el termómetro he visto 36.5 ºC, he pensado: "¡tengo que aprovechar, antes de que suba la fiebre!" Y, como no ha subido en todo el día, he estado casi hasta ahora devorando temas. Con mucha más fuerza que antes de la gripe. Así que... al menos, de algo positivo ha servido.
        
         No diré que estos días me han servido para descansar, ni que han sido tiempo libre, porque aún me estoy recuperando y, además, llevo muy mal el reposo forzoso. Pero al menos me han servido para meterme un poco de estrés sano en el cuerpo. Y, ya puestos, que nos quiten lo bailao: seguro que en estos últimos tres días he visto más a mi novio de lo que lo voy a ver en las próximas semanas. Y, para colmo, hemos visto, nada más y nada menos que ¡dos películas! El erizo (creo que era la cuarta vez que la veía) y Hamlet, de Keneth Branagh (esta la vimos ayer a última hora, cuando ya estaba más despejada, porque si no...) :) 


       Ya os contaré, pero espero que aunque desaparezcan la voz de Manolo y la tos de tísica, el ansia-devora-temas post-gripe no se esfume, sino se quede conmigo hasta mitad de enero. Eso sí, de aquí al examen no me puedo permitir otra gripe, por mucha caña que le meta después :)

      
       Bromas aparte, visto cómo han sido los últimos tres días: ¡cuidáos mucho, chicos, que la gripe viene fuerte este invierno! Os aseguro que lo último que podía esperar yo ayer (y menos anteayer) es que hoy iba a poder estudiar y que, encima, me iba a cundir. ¡Si es que los opositores somos raritos...!

¡Un abrazo sin virus y con mucha energía para todos! 


Y, otra vez, GRACIAS... ¡espero que se pase pronto...!


      
miércoles, 24 de noviembre de 2010

Cuestión de confianza

¡Hola a todos!

Montones de veces durante estas semanas he pensado que me apetecería escribir en el blog, pero no tengo hueco. 

Estoy trabajando bastante duro (con mis días buenos y mis días malos, como es normal). Pero, sobre todo, estoy tratando de luchar contra mí misma. Parece una broma, pero es así. Es increíble hasta qué punto a veces somos capaces de convertirnos en nuestros propios enemigos. 

Durante estos años nunca he cantado un sólo tema delante del tribunal. He ido tres veces al Supremo. Seguro que ya os las sabéis de memoria pero os las cuento de nuevo :)

La primera vez, realmente, iba con muy pocas posibilidades. Saqué las bolas y me levanté.

La segunda vez iba mejor que la primera, pero llevaba algunos temas muy antiguos que sabía que, si salían, directamente no había nada que hacer. Y, de los cinco, me salieron cuatro temas estupendos, de esos que escigerías si te dieran a elegir. Pero el segundo tema era uno de esos que en aquel momento resultaba indefendible. De esos que sabes que, si salen, te levantas. Sé que no podía haber hecho nada con aquel tema, eso lo tengo claro. En aquella situación podía cantar el primer tema y luego retirarme o bien retirarme directamente. Pero es que me fastidió tanto tener cuatro temas tan estupendos y que hubiera uno que no tenía por dónde coger... Que cantar el primer tema (concretamente, el primero de los  temas del Poder Judicial) para luego decir adiós me daba muchísima rabia. Así que me retiré sin más. Y seguramente eso lo hice mal: tenía que haber cantado aquel tema. El resultado hubiera sido el mismo, pero probablemente yo me hubiera sentido mejor.

La tercera vez... ¡a ver qué pasa! No sé cómo voy a llegar al día del examen. No sé si cumpliré mi plan (espero que sí) ni si, aun cumpliéndolo, me sabré los temas suficientemente bien como para aprobar. 

Lo que sí sé es que, si no soy capaz de recuperar (o encontrar) la confianza en mí, volveré a irme con las manos vacías. Porque últimamente (hace ya tiempo) me encuentro muy bloqueada en el momento de cantar. Antes no me ocurría... Pero ahora hace tiempo que sí.

Voy al preparador, él decide qué temas me toca cantar y me hago los esquemas. No sé vosotros pero en los esquemas (además de la estructura del tema y alguna palabreja clave) suelo apuntar el número de los artículos. Pero empiezo a cantar con miedo, convencida de que llegado el momento clave me voy a quedar en blanco. Dudando si, cuando llegue a cada uno de esos números, mi cabeza y mi lengua se coordinarán y seré capaz de recordar el contenido del artículo y cantarlo de corrido, tal y como he sido capaz de hacerlo en casa. Y el miedo no es buen consejero. Bloquea. Y, si empiezo pensando que cuando llegue al artículo X me voy a quedar sin saber que decir, es altamente probable que ocurra. De hecho, artículos que podría cantar sin ningún tipo de duda, que me sé de corrido desde hace años, simplemente no "salen" cuando me encuentro en esa situación de "bloqueo mental".
Otras veces, a pesar del miedo, sí soy capaz de seguir cantando, pero lo hago convencida de que lo que estoy diciendo no es correcto, de que me estoy "inventando" los artículos. Y, lo que en una simple clase, con el preparador, supone simplemente parar el cronómetro y decir "la estoy fastidiando, mejor lo dejamos", ante el tribunal es un "con la venia del Tribunal, quiero retirarme"

Y eso NO puede ser. 

Porque, entre otras cosas, mientras canto no puedo ser objetiva. No puedo saber si "desde fuera" el tema que estoy cantando se ve tan mal como lo veo yo "desde dentro". Pero el hecho es que mientras estoy cantando, cuando las cosas no salen como yo quiero, lo único que veo es que estoy haciendo un auténtico desastre, sea o no verdad. Y lo manifiesto externamente, además de que voy saboteando mi propia exposición. Mi preparador dice que a veces, incluso, se me nota en los gestos, llegando incluso a decir "no" con la cabeza mientras canto el tema y miro mi esquema. Y es que, es un hecho: continúo cantando el tema pero, mientras tanto, me digo a mí misma "lo estás haciendo fatal", en lugar de decirme "¡venga, que estás aguantando como una jabata!".

Y, para colmo, muchas de esas veces, ni siquiera lo estoy haciendo tan mal como a mí me parece. Ayer mismo, cantándole un tema al preparador, lo que yo creía que había sido un artículo "inventado", una auténtica  realmente había sido un precepto dicho con total literalidad. Y, después de vacilar en varias ocasiones, paré el cronómetro y tiré la toalla.

"¡No puedes hacer eso! ¡No puedes levantarte! Cuéntales una milonga si es preciso, sigue aunque sepas que estás metiendo la pata pero ¡NO TE LEVANTES!" Algo así me dijo mi preparador ayer...

 Y me dijo más cosas, claro, porque mi preparador no es de esos que te echan la bronca y se quedan tan anchos. Entre otras cosas, porque sabe que yo misma ya me voy a quedar "flagelándome" bastante después del fracaso y lo último que necesito es que me apedreen más. 

"Tienes que creer en ti (frase repetidísima por mi novio durante los últimos años), has trabajado y tienes derecho a que el Tribunal te escuche. Y tú tienes que jugar a tu favor. No puedes ir al tribunal diciendo "no me lo sé". Al contrario. Tienes que sacar lo mejor de ti, recrearte en las partes del tema que mejor te sabes y pasar de puntillas por aquellas en las que flojeas. Aguantar los cinco temas como sea. Tienes derecho a que te escuchen, tienes que hablar y que hacerlo con la cabeza bien alta. Y, hecho eso, que sean ellos quienes juzguen. Tú no puedes a la vez cantar el tema y juzgar si lo estás haciendo bien o mal. Al contrario. Lo que tienes que hacer desde el momento en que entras por la puerta es representar un papel: el del opositor que domina el programa. No puedes dar otra impresión.
Y, desde luego, no te juzgues a ti misma mientras cantas el tema. No puedes ser Juez y parte simultáneamente. Entre otras cosas, porque no eres imparcial. Y, precisamente tú, tiendes a juzgarte con un rigor que, probablemente, no utilizarías para el resto..."


Todo eso es TAAAAN cierto... Pero... ¿cómo puedo hacer para conseguirlo? Lo de poner cara de poker se me da fatal (todos los que me conocen lo saben). Aun así, eso se puede practicar, supongo.
Pero, lo de aumentar realmente la confianza en mí misma es algo que, de verdad, no sé cómo conseguir. Mi preparador dice que no puedo ir allí con la actitud del que implora clemencia, sino con la actitud del que exige justicia. Entre otras cosas, porque he trabajado duro y me lo merezco, aunque sea por antigüedad :)
¡Y sé que tiene razón! Lo que no sé es cómo conseguirlo. La confianza en uno mismo que va mucho más allá de la oposición en sí. No es algo que se improvise, desde luego. Y tampoco tengo muy claro cómo "trabajarla". 

Pero el caso es que durante la primera época de la oposición no era así. Era capaz de cantar un tema aunque no sintiera que lo estaba dominando; de aguantar hasta el final. Y de cantar con mucha más contundencia y seguridad. Supongo que han sido muchos años de esfuerzo sin fruto. Y eso, al final, hace que pierdas un poco la fe en el resultado e incluso en ti mismo. Esa es mi teoría pero, sea como sea, habrá que romper el círculo, digo yo. 

Hay gente a la que le falta confianza en su capacidad para relacionarese con los demás, hay gente que le falta confianza en su vida laboral... ¡Y hay gente que se cree que es mejor que nadie en cualquier aventura en la que se embarca!
Lo ideal, en mi opinión, es tener una visión lo más realista posible de nosotros mismos. Tenemos que conocer nuestros puntos débiles para tratar de mejorar e incluso, de disimularlos cuando haga falta. Y saber también cuáles son aquellas cosas en las que verdaderamente somos buenos. Aquello  en lo que podemos despuntar. Ser consciente de que valemos. Potenciarlo. Y demostrarlo. 

En fin, seguiremos trabajando en ello. Entre tanto... Lo que sí sé que tengo que poner en práctica en cada tema es lo de "no levantarse", continuar hasta el final aunque salga un desastre de tema. Pero aguantar el culo pegado a la silla caiga quien caiga. (Luisa, ¿no me ibas a regalar tú un tubo de super-glue?) ¿alguna otra sugerencia?

Espero que vosotros estéis bien. Durante estos días ha habido de todo entre los compañeros. Aprobados merecidísimos, de esos que celebras de corazón, casi como si fueran tuyos. Y también algún suspenso de personas que, lo último que yo pensaba, era que fueran a caer en este examen. Desde aquí, otra vez, enhorabuena a los aprobados. ¡Y, otra vez, muchísima fuerza al resto!

Ya seguiré escribiendo. Si desaparezco un poco, no os preocupéis. A lo mejor la semana que viene hay una entrada nueva. Pero con el examen a mes y medio es complicado escribir. Incluso aunque haya mucho que decir.

¡Un abrazo a todos!





domingo, 7 de noviembre de 2010

No hay tiempo que perder

¡Hola a todos!

Como ya comenté hace un par de entradas, según el calendario, me toca examinarme después de Reyes, en la semana del 10 al 16 de enero. Eso significa que, contando con que hoy es 7 de noviembre (casi 8), me quedan aproximadamente 65 días para el examen. Yo, calculo que me tocará probablemente el día 12 o 13 de enero. Pero dependerá del ritmo con que sus Señorías regresen de las vacaciones navideñas (¡por Dios, espero que los Reyes se hayan portado bien con ellos y regresen con espíritu navideño!)
En cualquier caso, en vista de que el tiempo vuela y de que últimamente la ANSIEDAD me ha bloqueado hasta el punto de impedirme avanzar, hoy he repasado nuevamente mi planning. Lo he retocado y la conclusión es... ¡QUE NO TENGO TIEMPO QUE PERDER! Tengo, incluso, la sensación de que ya llego tarde. Pero bueno, sólo puedo hacer una cosa: aprovechar el tiempo que me queda.


No puedo permitir que vuelva a ocurrir ni un sólo día más. Pero qué difícil es a veces romper el círculo, ¿verdad? A mí hay una cosa que me descompone y es recordarme a mí misma en situaciones anteriores estando en Madrid, en el hotel primero, en el Supremo después... Luego otra vez al hotel, vuelta al día siguiente... ¡Os aseguro que me supera!
Ayer un amigo me decía que lo relativizara. Y es que es verdad, no es tan importante. Gracias a Dios mi felicidad no depende de aprobar este examen. Ni siquiera de aprobar la oposición. Sin embargo, sirve de poco pensar en eso cuando estás en el Supremo. Una amiga que aprobó el año pasado me decía que ella no lo había pasado nunca tan mal como a las puertas del Supremo. Ni siquiera en una ocasión en que había tenido que pasar por una operación de verdadero riesgo. Es irracional. Es ridículo para cualquiera que no lo haya vivido... Pero eso no es excusa para dejar que los nervios, que la angustia nos atenace. Tenemos que ser capaces de dar lo mejor de nosotros mismos. Tenemos que intentar relativizar, es verdad. Pero, sobre todo, tenemos que intentar no pensar en negativo. Al contrario: pensar en nosotros cantando con seguridad ante el tribunal los temas que mejor nos sabemos, que esos también están en el saco. Imaginarnos saliendo felices de la sala después de haber cantado los cinco temas y luego leyendo nuestro aprobado.

Definitivamente: las mayores trabas no nos las ponen ni los temas, ni el Tribunal... Nuestro peor enemigo somos nosotros mismos y yo llevo meses con altibajos (como todos) pero, sobre todo, llevo meses practicando el autosabotaje de que hablaba Sara en su entrada, allá por el mes de julio. Teniéndolo todo a mi favor, durante bastante tiempo no dejo de ponerme la zancadilla a mí misma una y otra vez. Y esto no puede seguir así. 

Sin embargo, todavía tengo la oportunidad de aprobar este examen. Incluso la oportunidad de aprobar esta oposición. Y tengo que aprovecharla.

Mi plan está hecho, los temas y el tiempo distribuídos. Espero ser capaz de cumplirlo (TENGO que hacerlo). Pero, aun así, si no lo consigo, tengo que lograr, por todos los medios mantener la calma, controlar los nervios, vivir al día y pensar que, aun incumpliendo el plan, se puede aprobar: ¡Sólo hace falta que nos sepamos 5 temas! ¿No es así? :) Y a eso, al menos, espero llegar. ¡Pero el objetivo es, a toda costa, cumplirlo!

Desde hoy voy a intentar por todos los medios centrarme exclusivamente en el plan de cada día. Ni siquiera en el plan semanal o en el plan de cada clase. Sino centrarme en, sea como sea, dejarme la piel por estudiar los temas que tocan para cada día. En dominar cada tema que me estudie. Como si de ese tema y de ese día dependiera el resultado final. Porque, de hecho, de cada uno de esos temas y de cada día de estudio depende casi por completo el éxito de la misión :)

Este año la Navidad, para mí, empezará a partir del 12 de enero aproximadamente. Y no os podéis imaginar lo poco que me apena no participar de las fiestas navideñas "oficiales". La gente me dice "vaya, te vas a pasar las Navidades encerrada..." Y yo me río internamente porque pienso "¿Las Navidades? ¡En marzo hará siete años que estoy encerrada...! ¡Ojalá después de "estas Navidades encerrada" haya algo que celebrar!"

En fin, chicos... ¡mañana a empezar de nuevo!

¡Un abrazo a todos y mucho ánimo con la semana!
miércoles, 20 de octubre de 2010

Muros

 Hace ya tiempo, durante un bache laaaargo en la oposición recuerdo que, hablando con mi novio, le pregunté si entendía de verdad cómo me sentía. 
Eso es algo que a él le molesta mucho: que ponga en duda si entiende o no cómo me siento. Que cuestione si es verdaderamente capaz de ponerse en mi lugar. Sinceramente, creo que al 100% es difícil ponerse en el lugar del otro, sobre todo, cuando no se ha pasado por derterminadas situaciones.  Hay gente que tiene un don increíble para eso, para empatizar e imaginarse cómo debe estar sintiéndose la otra persona. A otros nos cuesta más. En cualquier caso, los opositores tendemos (con razón, creo yo) a creer que nadie nos entiende como quien ha pasado por lo mismo que nosotros. Pero, sinceramente, creo que tampoco es sencilla la tarea del novio o novia del opositor, porque menudo marrón... Sobre todo para los que ejercen verdaderamente de opositor consorte, que están ahí aguantando contra viento y marea. Algún día podemos hablar sobre eso... Pero a lo que yo iba era a otra cosa.
El caso es que en aquella ocasión me sentí absolutamente comprendida por mi novio porque, al decirle yo aquello, describió perfectamente mi situación de los meses anteriores diciéndome algo así como que  él me veía cada día. Y que sabía que cada día, cuando me levantaba por las mañanas, me encontraba con un muro y trataba de saltarlo... siempre sin éxito. Y al día siguiente volvía a encontrarme de nuevo el muro, que esta vez era un poco más alto que el día anterior, y volvía a intentar saltarlo... pero el resultado siempre era el mismo. No lo dijo, pero sé que cada vez que me veía intentarlo sin éxito, a él le dolía también. No sé si como a mí o de otra manera, pero era consciente de lo que estaba pasando hasta el punto de saber expresarlo mejor que yo.
No estoy en la misma situación que entonces. No estoy en un bache así, ni mucho menos, pero en cierta medida sí me siento tal y como describió entonces mi novio: intentando saltar un muro cada día y fracasando estrepitosamente una y otra vez.

Después de hablar aquella vez con mi novio, recuerdo contarle a una amiga algo de la conversación con él. Ella, entonces, también estuvo acertada y me dijo algo así como que lo que tenía que hacer, puesto que estaba más que comprobado que no podía saltar el muro de una zancada, era ir poniendo peldaños para facilitar la tarea. Y, cada día, en lugar de tratar de saltar el muro de golpe, poner un escaloncito para, al final, poder pasar al otro lado con mayor facilidad. A fin de cuentas, lo importante es llegar al otro lado, no si lo logramos de un salto o si lo hacemos escalando, con una escalera o cavando un túnel por debajo. Cada uno tiene que encontrar su propia forma de superar los obstáculos. Y si la forma en que lo estábamos intentando no funciona, entonces buscar alternativas. No podemos machacarnos, dándonos golpes una y otra vez contra una pared. Pero tampoco sentarnos y decir "de aquí no paso."

Creo que hoy tengo que tratar de aplicarme de nuevo aquellas palabras. Porque, finalmente, en aquella ocasión el muro quedó atrás. Desde entonces, me he topado con nuevos muros y, unas veces mejor y otras peor, he conseguido seguir adelante.
Los muros son una constante en nuestra vida. En la de todos. Siempre hay obstáculos, dificultades que superar. Unas veces son muros que están ahí por casualidad, simplemente porque "nos ha tocado". Otras veces son inherentes al camino que hemos escogido y otras veces son muros imaginarios, invisibles para los demás, pero que construimos nosotros mismos y que, a menudo, son los más difíciles de sortear.


Perdonad si estoy divagando demasiado... El hecho es que, pensando en "muros", he recordado un libro en el que se habla de ellos reiteradamente (La última lección), lo he recuperado y aquí os dejo algunos fragmentos.
¡Un abrazo y mucho ánimo a todos!


"Los muros existen por alguna razón. Y no es para mantenernos fuera. Los muros existen para darnos la oportunidad de demostrar hasta qué punto queremos algo. Y para frenar a quienes no lo desean suficientemente." 


"La experiencia es lo que te queda cuando no consigues lo que querías. Ésta es una frase que conviene tener presente cuando nos topamos con un muro, con una decepción. También nos recuerda que el fracaso no sólo es aceptable sino, a menudo, esencial. La persona que sólo ha conocido el éxito puede ser menos consciente de las dificultades. La experiencia es lo que te queda cuando no consigues lo que querías. Y, a menudo, la experiencia es lo más valioso que puedes aportar."

"Los muros existen por algo. Y, una vez los superas –incluso cuando alguien tiene que lanzarte casi literalmente al otro lado- puedes ayudar a otros contándoles como lo has logrado."




domingo, 10 de octubre de 2010

Amaneceres de estudio

¡Hola a todos! ¿Cómo estáis?

Mi semana, sinceramente, desde el bajón del otro día, ha sido bastante poco productiva. Al menos, hasta el viernes. Tenía toda la razón Pucelano en su comentario-símil ciclista:
"pretender estudiar después de haber tenido una discusión o un disgusto con alguien, al mismo ritmo y con el mismo rendimiento que de ordinario equivale a intentar subir el "Mortirolo" con un desarrollo para el terreno llano. Inevitablemente te vas a "clavar" y te va a sobrevenir una pájara de campeonato. Y, aunque posteriormente pretendas retomar el ascenso ya con un desarrollo adecuado, no vas a poder. ¿Porqué? Porque te has desfondado intentando lo imposible. Por eso, es preferible que esos días, desde el principio, "cambies de desarrollo" y aproveches el día en la medida de lo posible. "

Gracias, Puce, de verdad me gustó tu comentario. No voy a decir que me resolvió la semana (porque estaba ya en plena pájara, como tú dices), pero diste completamente en el clavo. A la dichosa "pájara" se sumaron mil cosas más durante el resto de la semana. Cuando estamos descentrados por una cosa, al menos yo, parece que todo lo que ocurre a nuestro alrededor nos afecta y nos distrae más de lo que nos molestaría si estuviésemos concentrados al cien por cien.

Sin embargo, la semana ha tenido también un momento de subidón: mi compañera de preparador, con la que fui a cantar durante mucho tiempo y que lleva un año más que yo en la oposición, ha conseguido, por fin, aprobar el primer oral. Y, por supuesto, eso supone un empujón, una motivación para mí porque hemos ido casi a la par durante todos estos años (cada una con sus subidas y bajadas, como es normal). Pero el caso es que ella, tras muchos de oposición no había conseguido superar el escollo del primer oral. Y yo, tampoco.  Vamos... que parece que sí, que hay luz al final del túnel (o eso o bien, definitivamente, estoy a punto de quedarme como veterana de veteranas entre los opositores de mi prepa :))) Me alegré muchísimo cuando recibí su mensaje, porque durante estos años ha sido un ejemplo de constancia, pese a rachas duras, pese a tener bajones... Pero ella ha seguido ahí, al pie del cañón. Hemos sido compañeras durante mucho tiempo. Ha habido momentos en los que la he visto desanimada pero, aun así, nunca he tenido la sensación de que fuese a tirar la toalla. Ni siquiera parecía planteárselo (aunque a veces la procesión va por dentro). Y eso que no conseguir aprobar el oral después de tantos años... ¡yo creo que sólo el que ha pasado por ello sabe lo mucho que puede llegar a desmoralizar! Pero ella lo ha conseguido y el jueves, en casa del preparador, estábamos todos de enhorabuena. Casualmente, coincidimos allí varias opositoras (muchas más que de costumbre). Ella estaba radiante, feliz, empezando unas merecidísimas vacaciones y con la ilusión de aprobar también el último. Puede hacerlo, merece conseguirlo y, con un pelín de suerte lo conseguirá este año (no me leerás, pero desde aquí te mando ¡¡muchísimo ánimo!!)

Por supuesto, mi conversación con el preparador fue sobre lo mucho que esto tenía que animarme a mí: si mi compañera ha aprobado, tengo que darme cuenta de que yo también puedo. No sólo eso, sino que, según mi preparador, tengo que darme cuenta de que me lo merezco. Es una persona encantadora, mi preparador. A veces, no sé hasta qué punto no le ciega un poco el cariño que nos tiene (y más a los que llevamos tanto tiempo con él). ¡Pero ojalá tenga razón! Y ojalá para mi 31 cumpleaños podamos celebrar el aprobado de ambas. ¡Sería estupendo! 
Pero bueno... Para llegar a eso tengo que concentrarme en una cosa: el cante de mañana.Y después, el del jueves. Y después, en el del lunes siguiente...

Por lo pronto, hoy está siendo un buen día. He estado todo el día cantándole temas a mi novio y, en gran medida gracias a eso, me está cundiendo bastante (aun me queda un rato) y  y estoy animada para mañana. Necesito ir cumpliendo el plan previsto, trabajando y rindiendo cada día. Eso lo es todo.


Mientras tanto, no sé por cuánto tiempo, pero sigo estudiando en el apartamento de mis padres, al lado de la playa. No es que baje mucho (a la playa) pero de vez en cuando un paseo en un momento de descanso, viene fenomenal. Por lo pronto, todos los días, el hecho de bajar a la perra, resulta ya mucho más agradable que si lo hiciera por mi calle en Valencia. Y poder estudiar en la terraza, con el mar al lado, con el tiempo tan estupendo que hace, me hace sentir un poco más "libre" que en casa, entre las cuatro paredes de siempre. Sobre todo porque aquí, al menos, cuando miro por la ventana, veo mucho más allá... En Valencia sólo alcanzo a ver el edificio de enfrente (que no está lejos). Y aunque, a fin de cuentas, las horas de trabajo sean las mismas, la sensación es distinta. Ya veremos cuánto dura, porque esta semana parece que el tiempo va a cambiar y que vamos a tener lluvia todos los días, pero bueno... Por ahora ya he tenido mucha suerte con el tiempo del último mes. Incluso con el de hoy, que se suponía que iba a ser lluvioso pero ha sido un día precioso.
Por cierto, que tengo la cámara de fotos encima de la mesa de estudio y muchas mañanas, después de subir con la perra hago alguna foto a primera hora. Una mañana de esta semana, me bajé incluso la cámara al paseo (normalmente, a primera hora, no estoy de humor para eso y las fotos las hago desde casa). Y hoy, a la hora de comer, también hemos bajado con la cámara. Aquí os dejo unas imágenes (la mayoría de esta semana) y del paseo de hoy con las perras.


Ya os iré contando cosas. Espero que la próxima entrada sea para deciros lo muchííísimo que me han cundido estos días.

¡Un beso fuerte y ánimo a todos con la semana!


















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Pichús
Durante los últimos años, OPOSITORA A JUDICATURAS (¡ojalá que por poco tiempo!). Pero en los ratos libres intento seguir siendo YO.
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"Sigue aunque todos esperen que abandones. No dejes que se oxide el hierro que hay en ti. Haz que en vez de lástima, te tengan respeto. Cuando por los años no puedas correr, trota. Cuando no puedas trotar, camina. Cuando no puedas caminar, usa el baston. ¡Pero nunca te detengas!" (Teresa de Calcuta)


"A la larga el éxito es más fácil que el fracaso. Sencillamente, consiste en saber lo que se quiere, en saber hacerlo y en tener la persistencia y la determinación de lograrlo" (B. Bailey)


"Si puedes soñarlo, puedes hacerlo" (Walt Disney)


"Si piensas que puedes, tienes razón y si piensas que no puedes, también tienes razón."


"El futuro pertenece a quienes creen en la belleza de sus sueños" (Eleanor Roosvelt)


"El mayor peligro para la mayoría de nosotros no es que apuntemos demasiado alto y no demos en el blanco, sino que apuntemos demasiado bajo y acertemos" (Miguel Ángel)


"No podemos descubrir nuevos océanos a menos que tengamos el coraje suficiente para perder de vista la costa" (Anónimo)


"Los muros existen por alguna razón. Y no es para mantenernos fuera, sino para darnos la oportunidad de demostrar hasta qué punto queremos algo. Y para frenar a quienes no lo desean suficientemente." (Randy Pausch)

¿Alguien me lee?

Quiénes vienen por aquí