¡Hola a todos!
En primer lugar, siento no haber dado señales de vida hasta ahora. Iba a hacerlo el mismo día que me examiné por la noche, pero al final no pude y después se me han ido complicando las cosas.
En segundo lugar, os advierto que esta entrada va a ser larga y os aviso de que, quienes ya sepáis cómo fue el examen, bien porque lo habéis leído en el foro, porque os lo he contado por teléfono o porque me lo habéis oído contar unas cuantas veces durante los últimos días, podéis saltaros la primera parte, que no es más que una crónica del examen.
El examen fue, francamente, mal. Y no porque no me supuiera los temas o porque me quedase en blanco ni por ninguna de las razones que podía haber temido yo previamente.
El estudio me fue bien hasta el final. Casi literalmente hasta el momento de entrar al examen. Conseguí pensar poco y estar tranquila (en la medida de lo posible, claro) hasta el final.
Y hubo suerte. Salieron 5 temas muy asequibles. Alguno demasiado "soso" y poco "lucido", pero todo temas eran que podía defender. Incluso algunos temas me gustaban. Por un momento, llegué a creer que a lo mejor salíamos del Supremo con buenas noticias. Pero no.
De verdad, no os imagináis qué poco respeto, desde el primer momento, por parte del Presidente del Tribunal.
Ya cuando estaba sacando las fichas, no dejaba de hablar en voz alta con el que tenía a su lado, de manera que ni se enteraba de los temas cuando los iba diciendo el Secretario, que se los tenía que repetir después.
El Secretario me dijo que me sentase, que tenía un minuto para decidir si quería cambiar o no alguno de los temas (para quienes no lo sepáis, tenemos derecho a cambiar uno de los cinco temas después de sacar las fichas) y comunicárselo al Tribunal. Mientras me lo pensaba, el Presidente siguió hablando con el de su lado sobre si yo iba a cambiar o no el tema y diciendo que "si lo cambia, es porque no se lo sabe... o si no, es porque no se qué..."
Después (para quienes no lo sepáis) tenemos 15 minutos para preparar unos esquemas antes de empezar a exponer. Pues durante ese tiempo el presidente no dejó de criticar a la chica que se había examinado antes que yo, hablando en un tono súper despectivo. Y, por supuesto, en voz bien alta.
Aun así, yo estaba contenta con los temas que me habían tocado y, cuando empecé a exponer, me senttía segura. Nunca había cantado ante el Tribunal y, de verdad, me daba miedo no ser capaz de mirarles a la cara en el momento de hablar o de tener que decir un artículo. Pero el primer tema, el 5 de Constitucional, me gusta. Y empecé tranquila, sabiendo que podía salir adelante. Y verme ahí, mirándoles a la cara, no a uno, sino a todos, cantando un tema que me sabía, me hizo sentir mejor. El sentimiento era bueno, vamos.
Hubo, sin embargo, un momento en que me quedé callada. El típico momento en que piensas qué es lo que viene después y puedes hacerlo en silencio o decir el típico “ehhh …. eehh… ” mientras piensas y luego seguir hablando. Pero el presidente aprovechó el hueco para intervenir y decirme que me serenase, que no me pusiera nerviosa y bebiera agua. A lo mejor lo hizo con la mejor de las intenciones, pero a mí no me sonó nada tranquilizador. De hecho, yo no estaba especialmente nerviosa y el comentario me tocó bastante la moral. Continué exponiendo y, dos minutos después, hubo un momento en que dudé si hacer o no referencia a una sentencia o si terminar y pasar al epígrafe siguiente, y divagué un pelín, repitiendo la misma idea con otras palabras. Hice un nuevo silencio y al presidente le faltó el tiempo para preguntar:
“¿Se va usted a retirar, verdad?”
Estábamos aún en el primer tema (para quienes no lo sepáis, el Tribunal no puede levantar al opositor hasta el tercer tema, hasta entonces te tienen que escuchar). No había habido ningún mal gesto, ningún intercambio de miradas ni de opiniones entre los demás miembros del Tribunal… Y la verdad es que no tenía intención de retirarme en el tema 5 de Constitucional.
Pero para mí fue como si me quitaran el suelo de debajo de los pies. En ese momento no te das cuenta, no eres capaz de saber si lo estás haciendo bien o mal y si el Presidente, después de una primera interrupción, te pregunta eso… ¿qué haces? Yo me quedé de piedra. Parece evidente que no le gusta lo que estás cantando, aunque es un tema que te sabes.
Creo que le contesté algo así como “me he quedado bloqueada”, pero es que ni siquiera estoy segura de lo que le dije. Me quedé mirándole a la cara, pensando que iba a decirme que continuase, cantando, pero no. Lo que me dijo fue:
“Ya me lo imaginaba. Y si hubiera continuado usted con su exposición, habría ido de mal en peor y no habría podido llegar al final del último tema.”
Luego, me preguntó cuánto tiempo llevaba estudiando, le dije que llevaba 6 años y que ese tema lo había cantado muchísimas veces y muy bien. “Y entonces, ¿qué le ha pasado? ¿es que no ha tenido usted un buen día?¿Es que no ha dormido usted bien?”
No sé muy bien qué le contesté a ninguna de las dos preguntas, pero ahí acabó todo.
Pasado el examen, me costó unas cuantas horas reaccionar y darme cuenta del atraco, del sabotaje, de la putada que me habían hecho. Yo no lo estaba haciendo mal. Soy capaz de hacerlo de manera más brillante, pero lo estaba haciendo bien. Pero es que, como después me dijo mi preparador: aunque lo hubiera estado haciéndolo fatal, él no tenía derecho a decirme que me marchase, ni expresa ni tácitamente. Si no quiere animarte a seguir, si no quiere decirte que lo estás haciendo bien, lo único que puede hacer es poner cara de póker hasta el tercer tema. Pero hasta entonces, y por unanimidad con el resto del tribunal, no puede decirte que te retires.
Ojalá hubiera tenido la determinación suficiente para seguir adelante a pesar de todo. Porque, si no me hubiera puesto la zancadilla más veces, a lo mejor habría podido recuperar el hilo de la exposición y seguir adelante. Aunque lo dudo. Porque, después de semejante mazazo, lo más probable es que ya no hubiera dado pie con bola. En eso tenía razón el presidente.
C´est la vie! :)
Algo de todo esto, sin embargo, es positivo.
Por una parte, a pesar del resultado, he de decir que éste ha sido el año en que menos mal lo he pasado durante los días previos al examen. Ha influído el hecho de que no he estado sola en ningún momento pero también, supongo, la mentalización y el saber qué cosas había que intentar evitar y cuáles había que fomentar. El apoyo de mi novio full time ha sido decisivo.
Pero, sobre todo, hay una cosa de la que no me quiero olvidar y es que me atreví a hablar. Y no sólo eso: lo hice mirándoles a la cara y sintiéndome capaz. Fue breve, pero suficientemente motivador como para volver a por ello. Y con eso quiero quedarme.
En cuanto al comportamiento del Presidente... más que hundirme, me cabrea, me "pica". Si Dios quiere, el año que viene no volveré a toparme con alguien así porque, por suerte, esta actitud, actualmente, es excepcional en los tribunales de nuestra oposición. Pero, si me volviera a ocurrir, no volvería a dejar que me chafasen así.
Evidentemente, lo que ha pasado me hace sentir rabia, impotencia. Me ha hecho preguntarme muchas veces estos días si realmente estaría cantando tan mal como para hacerme lo que me hizo. Me he preguntado qué puede ser lo que le hizo ensañarse así conmigo. ¿Me vio especialmente débil? ¿Víctima fácil? Pero, ¿por qué? Puede que tuviera ganas de llegar pronto a casa... ¡No sé...! Pero da igual. Porque el año que viene no puede haber margen a la duda. El año que viene tengo que ir a por todas. Básicamente: esto no puede quedar así :)
Ahora lo que toca es desconectar. Descansar... Y pasar página.
Hay un sentimiento más que no puedo dejar de expresar y que también ha estado muy presente estos días: el agradecimiento a muchas personas que se han acordado y que han cuidado especialmente de mí durante los días previos y durante toda la temporada anterior al examen.
Hay momentos en que asusta ver cuánta gente está pendiente de ti, de tu examen, de cómo vaya ese día. Pero, en último término, se agradece el interés y el cariño. El de todos.
Gracias a muchas personas, de mi familia y de fuera de ella, a las que no menciono expresamente, pero que sabían lo importante que era para mí este examen y han tenido gestos constantes de cariño, de apoyo y de ánimo. Gente muy cercana, como mis tíos o mi abuela han estado pendientes de principio a fin. Pero también otras personas mucho más lejanas, como Sveta, la señora que limpia en mi casa, que casi no sabe Español, me pidió que le mandase un mensaje al móvil diciendo "examen bien" o "examen mal" cuando supiera qué tal había ido todo :) Y como ella, otras muchas.
Gracias a los foreros, bloggeros y demás compañeros internautas... parece mentira cómo une esto. Cómo estamos pendientes unos de otros. Algunos, incluso, sin conocernos en persona. María, Tania, Esther, Ruth, Antonio, Alberto, Marta... ¡al final lo conseguiremos! (algunos, de hecho, vais a lograrlo dentro de nada). Gracias a los que os acordasteis de mí el día D, a los que me escribisteis y a los que no quisisteis hacerlo por no importunar. Las dos actitudes son de agradecer.
Gracias a todos mis amigos. Ana, Ana, Natalia, Inés, Raúl, Luisa, Vicente, Mabel, Elena, Manolo, Josemi, África, Carmen... Cada uno de vosotros ha estado ahí de alguna manera.
Gracias por las flores, por la crema de calabacín y por ofrecerte a escuchar temas... (parece que esto va para largo, así que, aunque no haya sido esta vez, a lo mejor no te libras).
Gracias por las flores de pascua. Gracias por las visitas rápidas.
Gracias por estar ahí discretamente, presente y sin agobiar.
Gracias por las llamadas y mensajes desde Italia.
Gracias a los que llamabais y mandabais mensajes para dar ánimos y a los que no os atrevíais a hacerlo para no molestar.
Gracias por el caldito cuando estaba con gripe.
Gracias por el vídeo ("¡atrévete"!)... Si leíste la entrada anterior tendrás, al menos, cierta idea de lo importante que fue para mí, pero no creo que sepas cuánto.
Gracias por el pegamento, por el lapislázuli y, sobre todo, por tu cariño. Me acompañaron al Supremo, junto con el imán de "We can do it!".
Gracias por hacerme sentir que yo soy mucho más que ese examen.
Gracias por confiar en mí.
Gracias por entender que siga en esto (a quienes lo entendéis) y por apoyarme a pesar de todo (a quienes no lo entendéis).
Gracias a Joaco, a Teresa y a Ana, por entender que estas Navidades tenían que ser diferentes.
Gracias por la cena de Nochevieja, aunque no la pudiésemos pasar juntos.
Gracias por estar siempre pendientes, por vuestro apoyo y vuestros ánimos, siempre ahí, pero siempre sin agobiar.
Gracias a mi preparador, por la paciencia, por el apoyo y la confianza.
Gracias por todos los cantes extraordinarios a horas intempestivas durante la época anterior al examen.
Gracias a mis padres, a Nona y a mis hermanos... por los ánimos constantes.
Por estar ahí cada uno a su manera, dispuestos a echar una mano en lo que hiciera falta.
Gracias por las oraciones.
Gracias por las flores, por la compañía, por escuchar temas, por racionarme el chocolate, por los ánimos en la estación.
Por la cena, todos juntos, después del examen.
Gracias por los tuppers gourmet.
Gracias por el epígrafe de civil y por tantos otros que me habrías hecho si lo hubiera necesitado.
Gracias por implicaros y por hacer que estas Navidades hayan sido también para vosotros las Navidades de mi examen.
Gracias por el servicio diario de despertador, incluyendo sábados, domingos y festivos.
Gracias por venir a Madrid, una vez más, aun sabiendo que podía ocurrir que, de nuevo, regresásemos con las manos vacías.
Seguro que, aun así, el año que viene estaríais dispuestos a volver.
Gracias por empujarme hasta el último momento, por decir "no pasa nada" y por la convicción de que, al final, las cosas saldrán bien.
Gracias a mi novio. Yo soy la que oposita, pero los dos nos sacrificamos.
Gracias por las toneladas de paciencia.
Gracias por escuchar temas de Civil, Constitucional y Penal. Más que nunca. Unas veces por epígrafes y otras completos, desde primera hora de la mañana hasta última hora de la noche.
Gracias por estar ahí las 24 horas para lo que pudiera necesitar.
Gracias por las coca-colas matutinas, por los medios sandwiches de merienda.
Gracias por hcer que no haya tenido que preocuparme por nada más que no fuera estudiar.
Gracias por lidiar pacientemente con mi mal humor, con mi agobio, con mi horario y mis manías.
Gracias por acompañarme siempre.
Gracias por entender tantas cosas.
Gracias por quitarme presión y por hacerme sentir que, de verdad, no pasa nada si no hay Nochevieja, Navidad ni aniversario.
Gracias por creer en mí.
A todos: gracias.
Durante las próximas semanas seguro que en algún momento entraré por aquí. Pero voy a intentar desconectar de la oposición y volver a ser un poco más YO que durante los meses pasados.
Agradezco todo lo que me han cuidado durante este último tiempo, pero tengo ganas tener tiempo de cuidar a los de mi alrededor. De estar con mi novio, de planear cosas juntos. De ver a mis amigos y a mi familia sin límite de tiempo. De preguntarles cómo va todo, de escucharles y no ser yo la que habla cuando, por fin, tengo un hueco. De salir a la calle, de tomar el sol, de reordenar mi casa, de ir al cine, de oir música, de cocinar y de todo eso que hace SIGLOS que no puedo hacer.
Ya llevo varios días en ello y estoy a punto de sentirme de VACACIONES.
¡Muchos besos a todos!